
En la nota anterior venía relatando una introducción sobre mi acercamiento a la familia de la calle, como una manera de demostrar la relación entre un diseño dinámico no dualista y contextualizado en la aproximación, el encuentro y lo comunitario. Allí la creación, el producido, cumple un rol participativo. En este contexto transcurren ambas relaciones al mismo tiempo, revitalizando y transformandósese en una dinámica de redes y estructuras sociales cambiantes.
De manera jocosa, o sarcástica, hablaré del Café Jugo Loco. Pareciera ser una marca, ¿no? Veremos que no. Más bien se trata de un producido y una relación humana comunitaria, que se construye no solo en lo material, sino también en el espíritu comunitario y liberador.
Cuando comencé a salir a la calle, a visitar las ranchadas de mi barrio (lugares donde convivían familias o personas en situación de calle) salía con unos cinco termos con café con leche. A diferencia de las grandes organizaciones, mi proceso era casero. En un proceso que comenzaba de la misma manera que cuando por la mañana muchos hijos reciben la leche preparada por sus madres o padres. Compraba café para dos semanas, el azúcar para unos días, y la leche unas horas antes de salir. El café lo preparaba en una olla que también usaba para cocinar mis comidas. Llegadas las 5PM, ponía a hacer el café e iba calentando la leche en sachet recién comprada. Previamente ponía el azúcar en la olla donde vertía la leche fresca. Hecho el café lo agregaba a la olla. Donde ya venía revolviendo los ingredientes. Luego tomaba los termos y los llenaba uno a uno. Los cargaba en una mochila, junto con los vasos descartables y salía. Cuando empecé a salir, no voy a negar que para el preparado del café intentaba seguir una formula, que en realidad en el tiempo varió pero finalmente no cambió. Quizás puede ser que haya habido ajustes en los primeros días, que hoy puedo afirmar se trataban de vacilaciones producto de las relaciones sociales con mis amigos y amigas visitados. A esta altura del relato, muchos deben estar esperando alguna expresión compleja, o un pensamiento abstracto para demostrar lo que estoy tratando de comentar: la relación entre el amor, diseño y creación transcurriendo simultáneamente e interactuando entre sí. La culturización del producido como parte de la aproximación comunitaria y como mensaje de amor solidario. Mis relatos y escritos tratan de poner de manifiesto la relación entre la humanidad y las tecnologías percibidas o vivenciadas desde y con la familia de la calle. Mi comunidad de base, periférica y marginal en la que fui aceptado.
“3.4.24. Cuando un sistema pedagógico, vaca sagrada la llamó Illich, se identifica con la verdad misma, la verdad absoluta, la ideología viene a reinar sobre los mismos que son ocultados e interpretados como nada, bárbaros: El ser es, yo soy el ser; el no ser no es; la periferia, las clases oprimidas, el pobre, el otro no es, es la sacralización misma del fetichismo pedagógico.” E. Dusell, “Filosofía de la liberación”, “De la Política al Antifetichismo”
En esos lugares que los vecinos no quieren ver o reconocer, con esas personas que tampoco son consideradas integras se gestaba una nueva fórmula. Basada en el respecto del aproximarse al hogar de un vecino sin casa. Lo que para muchos es un “no vecino”. Entre los invisibles se creaba un espacio, una amistad, una aproximación entre “otros” que se reconocen como diferentes y humanos sensibles.
La vecindad estaba carente de creatividad en el amor. En el encuentro amoroso entre vecinos, de la misma manera que la solidaridad materialista se olvida del compartir en el abrazo afectuoso que percibe el calor, la flojera o fortaleza del otro (1). En la provisión de productos todo se mecaniza, no hay sensibilidad, es una relación mercantil entre un proveedor y un cliente. Es una comunicación unidireccional entre ambas personas, en el dar y recibir. No en el percibir, ver al otro y desde allí hacer el mundo del otro como propio, recrear y regenerar afecto, y sostén. Recrear juntos un nuevo espacio.
Como narro en el libro: “Cuando los pobres nos llaman a la conversión” hubo todo un proceso de conocimiento mutuo, entre indagaciones del porque uno se acercaba y compartía un café con leche y algo más, hasta juegos que tendían a menospreciar mi inteligencia. Nada preocupante, solo simples juegos para que ellos y yo comprendiéramos porque salía a la calle, al encuentro. Sin la exclusividad de la racionalización o mecanización de una cinta transportadora que da de comer alimento a cerdos que van al otro día al matadero. Mientras que para algunos afirmaban que mi café estaba muy dulce y para otros le faltaba azúcar, estaba frío y para otros quemaba, al mismo tiempo y para el mismo café. Yo dudaba, produciendo variantes en el preparado. Pero, una vez que comprendimos, entre todos que no eran necesarios los juegos, y que la aceptación a la comunidad ya estaba dada, todo cambió.
Por años mis amigos y amigas de la familia de la calle han dicho: – ¡Qué rico tu café con leche Jugo Loco, cada vez te sale mejor! – Parece ser como que la formula se hubiese ido madurando, ¡siendo siempre la misma! En respuesta a estas afirmaciones, suelo hacerme el negador, diciendo:- No, no creo – Me dicen: -Si Jugo Loco. Es el café más rico de todos-. Esto se repite una y otra vez, a través de la historia de la calle, pudiendo cambiar una que otra palabra en estas expresiones. A estos diálogos les dejo una cuota de suspenso y continúo con la siguiente contestación final y reflexiva: – Es porque está hecho con amor—. Se trata de un amor que va tomando su propia dinámica, no dada por una fórmula, sino por la relación entre las personas que se reconocen como tales.
Un día recibí el nombre de calle: Jugo Loco. Para mi dicho nombre es el llamado al servicio. Algunos usan los apodos para ser anónimos, otros plantean que es para guardar en forma sagrada una pertenencia pasada. Mi experiencia me cuenta que en la calle se ponen apodos para decir algo sobre esa persona. Aunque la expresión no sea valorativamente correcta. Pero en definitiva, lo que uno comprende es que al utilizarlos se pone de manifiesto el dicho: – No importa quién sos, vos valés por lo que sos, por vos, por ser un hermano de calle-. Allí no hay pasados, ni futuros. No hay sacralidades de otras realidades o mundos. Quizás una resignificación liberadora e igualitaria.
A la fórmula del café con leche le acompañaba una persona con un nombre. Un vecino cuya acción era el acompañamiento y la escucha, y cuyo rol se lo dio la misma comunidad. Ahora el café no era solo un vaso, y una infusión, sino que un contexto de sanación y de revitalización de una vida comunitaria. Ese café nació del amor, de la confianza y de la protección mutua. El café era esperado, porque no solo recreaba el compartir junto con algo más, una merienda (2), sino un espacio de familia de calle en la ranchada. No es posible separar el café con leche de la compañía, de las charlas cálidas, de la ronda asamblearea y organizativa de nuevas acciones comunitarias. El café fluía como excusa y nexo entre las relaciones de las personas, para hacer de nexo en su completitud (física, racional y amorosa) hacedora de comunidad. Familia afectiva, no dominadora, no basada solo en lo que me gusta a mí o me hace bien a mí, sino en el abrazo del cual hablábamos: dador de paz en la diversidad, en la igualdad de derechos y posibilidades, según la necesidad de cada cual, y en especial de aquel que no tiene chances en su vida.
Quien se incorpora a una comunidad con amor y esperanza de un mundo más justo y posible para quienes no tienen opción; diseña, realiza un servicio y comparte lo que hace como parte de un proceso de hermandad amorosa. Podemos decir que es un acto de amor.
Si tenemos que hablar del Café de Jugo Loco, no podemos sepárarlo de:
- la hermandad y afecto en la comunidad de la familia de la calle;
- del cuidado en la comunidad, el acompañante, de la comida a compartir;
- de la ronda de charlas y esperanzas comunes;
- de las esperanzas individuales y comunitarias.
La praxis social amorosa lo demuestra. Lo producido, lo creado, en la dinámica de la aproximación y realización de comunidad amorosa, no puede desculturizarse del acto de amor. Ello no quiere decir que el entorno sea inmaculado y perfecto. Por el contrario, lo que indica que ese café con leche es propagador de luz donde hay tinieblas. Tinieblas de abandono, de muerte, de no ser reconocidos, de marginación y desidia contra la misma humanidad de quienes no tienen opción.
El café con leche es partícipe de las preguntas: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Cómo nos amamos y hacemos hermandad? ¿Cómo nos servimos entre nosotros? Y no en el vacío de las preguntas: ¿Qué tenemos? ¿Qué obtengo de los demás? En estas últimas preguntas se vive para adorar los objetos, para poseerlos, no para ser herramientas del fluir de las relaciones de las personas y de la prosperidad de la vida comunitaria en el amor.
Diseñemos, creemos, compartamos desde el abrazo con quienes no tienen opción. OTRO MUNDO ES POSIBLE.
Fuentes:
(1)Se trata de un reduccionismo, el abrazo simboliza todas las relaciones afectuosas físicas, mentales, afectivas y espirituales.
(2)Se utiliza la palabra merienda para sintetizar la descripción de unos pocos alimentos para acompañar el café.
Otras lecturas recomendadas:
«Diseñar desde la aproximación de los mundos»
«Algoritmos no colonizadores. Una manera de desarrollar software multicultural (primera parte)» , Gustavo Reimondo, Revista TECNOLOGIA HUMANIZADA núm 3 2020
«Algoritmos no colonizadores. Una manera de desarrollar software multicultural (segunda parte)» , Gustavo Reimondo, Revista TECNOLOGIA HUMANIZADA núm 4 2020
«El diseño de servicios y productos como acción de transformación y de esperanza para otro mundo posible (Primera parte)» , Gustavo Reimondo, Revista TECNOLOGIA HUMANIZADA núm 2 2021
«El diseño de servicios y productos como acción de transformación y de esperanza para otro mundo posible (Segunda parte)» , Gustavo Reimondo, Revista TECNOLOGIA HUMANIZADA núm 3 2021
«El diseño de servicios y productos como acción de transformación y de esperanza para otro mundo posible (Tercera parte)» , Gustavo Reimondo, Revista TECNOLOGIA HUMANIZADA núm 4 2021
Un complicado concepto no puede ser reducido a pocas palabras, es una fé de algo que no existe pero queda de manifiesto.
Sin comprender que «Jugo Loco» puede existir cómo «tortilla Loca» a modo que en México existe , pocos lo descrinen .
¡Hola Sergio!
Quizás podría combinarse la lectura con el siguiente manual:
https://humanizationoftechnology.com/producto/cuando-los-pobres-nos-llaman-a-la-conversion/
o con parte de la bibliografía o entrevistas del sitio web de Realidad Empoderada: https://RealidadEmpoderada.com
Saludos