Producción, economía, vida y espiritualidad

Desde una perspectiva cristiana reformada

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Fundamentos

            Como creyente en un Dios que defiende la vida en todas sus formas —pero también para aquellas personas que no profesan ninguna religión—, la biodiversidad es un concepto fundamental que está incorporada a la producción orgánica, y en los diferentes grupos ecologistas o ambientalistas que se han conformado en todo el mundo.

Por lo tanto, es parte de las diferentes creencias, la defensa de los diversos seres vivos que habitan la Tierra, y que hacen posible el equilibrio entre las necesidades vitales de los seres vivos y las necesidades de la naturaleza para mantenerse viva (ciclo vital).

Sabemos que los procesos de vida tienen a la muerte como un hecho insoslayable; por lo tanto en los procesos de producción que el ser humano ha implementado para satisfacer sus necesidades, siempre hay algo que muere, para dar lugar al nacimiento y el desarrollo de otro ser vivo, o, en su defecto la fabricación de un elemento imprescindible o no para la vida humana.

En los últimos años el afán de lucro los sectores más poderosos de la sociedad han ido conformando en el mundo occidental el sistema neoliberal, centrado en un liberalismo económico a ultranza, basado en el crecimiento del capital, la eficiencia en los procesos productivos, explotación al máximo de los recursos naturales, pasando el ser humano a un segundo plano.

Como sabemos hay recursos naturales renovables y otros no. Por lo tanto, como hablan algunos autores, mientras se priorice el crecimiento del capital y no se mantenga cierto equilibrio con el mantenimiento de los recursos naturales, la humanidad toda corre serios peligros de supervivencia.

Si a esto le sumamos las distintas estrategias que las empresas han desarrollado para captar a los consumidores, lo que se llama la demanda del mercado, cerramos un círculo bastante nefasto: muchas veces se crea una demanda a partir de estas estrategias, y, para que el negocio sea mayor, hay que intentar permanentemente aumentar esa demanda. Es indispensable para el empresariado responder luego a esa demanda “cueste lo que cueste”, aunque ese costo tenga que ver con un gran aumento de la contaminación ambiental, la destrucción de recursos naturales, y, por consiguiente un riesgo mayor de enfermedad, sobre todo a partir del uso de agrotóxicos en los distintos procesos productivos.

No tenemos más que ver el estudio realizado en el Mercado Modelo de Montevideo, donde participaron entre otros organismos la Universidad de la República, a través de la Facultad de Agronomía y la Intendencia Municipal de Montevideo, con su Laboratorio de Bromatología, que conformaron lo que se llama la Mesa de Trabajo en Residuos Agroquímicos y Biológicos en Frutas y Hortalizas.

Del mismo se desprenden contaminaciones importantísimas en frutas y verduras, debido al uso casi indiscriminado de agrotóxicos, y, en muchos casos, no respetando los tiempos de espera entre su uso y el consumo del producto por parte de los usuarios. Lo mismo está sucediendo respecto del agua y el aire.

Costos, deudas, hipotecas…

            La economía ha pasado a tener un lugar central en la vida humana. Toda actividad se mide por su costo-beneficio.

Sin embargo, cuando hablamos de las actividades productivas, hasta el presente poco se habla de esta misma relación vinculada con la ecología. Es decir: cuando sobreexplotamos los recursos naturales, estamos contrayendo lo que hoy se denomina una deuda ecológica; cuando la actividad humana contamina el medio ambiente, con las consecuentes secuelas para la salud y una vida digna, estamos hipotecando el futuro de la humanidad, y nada de esto es valorado como un costo económico que vaya si lo tiene!

Si cambiáramos la óptica, veríamos que lo que hoy afirman los que defienden estas formas de producción, en cuanto que la producción orgánica es más costosa que la convencional, quedarían sin sustento, al agregarle estos costos, no tenidos en cuenta hasta el presente.

La Tierra tiene dueño a la hora de explotarla, de esquilmarla. Deberían asumir estos “dueños” las responsabilidades, en el momento de hacerse cargo de los perjuicios que le ocasionan. Hasta el presente, sobre todo en los países del tercer mundo, son los Estados los que asumen las consecuencias económicas, sociales y políticas de este modo de actuar del Hombre.

Desde mi perspectiva cristiana

Desde la fé bíblica, el género humano nunca fue “dueño” de la Tierra, se habla de la figura de “mayordomo”, o sea un administrador, alguien que cuida de ella para usufructo también de las futuras generaciones, de ahí que, para las iglesias nacidas de la Reforma, el tema de la mayordomía cristiana, sea de contínua reflexión y readecuación a las realidades históricas que como pueblo de Dios nos ha tocado vivir.

A medida que las sociedades se fueron organizando, este concepto se ha ido tergiversando, perdiendo vigencia, hasta llegar al de propiedad privada. Entonces, el ser humano “compró la tierra” se apropió de ella, comenzando a ganar terreno la idea que, si esto es mío, hago con el lo que mejor me parece, lo que se me ocurre, sin tener en cuenta al otro, al prójimo.

Sabemos perfectamente que nadie puede vivir sin depender de otro/as, por lo tanto, inexorablemente deberemos comenzar a caminar en el sentido que Edgar Morin lo describiera muy bien en su obra “Los siete saberes necesarios para la educación del futuro”, hacia un nuevo concepto, que él denomina ciudadanía terrestre.

Es decir, que debemos abandonar poco a poco lo de ciudadano de un país, una región, un continente, para incorporar con todo el peso que ello tiene, el concepto de ciudadano universal. Esto que parece tan nimio, no lo es tanto si lleva consigo la toma de conciencia, que todo lo que yo realizo en mi comarca, tiene impacto a nivel planetario, lo cual nos hace repensar todas las actividades que realizamos, tanto productivas, como sociales, recreativas.

Este consumismo desenfrenado que hoy vivimos, acelera el proceso de deterioro de los recursos naturales renovables y no renovables, lo que equivale al suicidio de la humanidad, porque podremos vivir sin automóviles, televisores, computadoras, etc., pero jamás sobrevivirá la humanidad sin agua, frutas, verduras, cereales y todas las cosas que la naturaleza nos provee a diario, e increíblemente, es lo que más deterioramos con este modelo de “desarrollo”.

La omnipotencia nuestra

Desde mi perspectiva, el pecado mayor que hoy nos domina es el orgullo. Los humanos tenemos la capacidad, la inteligencia, no hay quién pueda con nosotros, la ciencia avanza a gran velocidad, no pensemos estas cosas tan feas, fantasiemos que ya aparecerá el genio que le encontrará solución a toda esta problemática, seguramente será caro, pero para eso inventamos el dinero, ya encontraremos la manera de financiarlo y asunto arreglado. ¡Qué estúpidos!

La humildad que Dios nos reclama, que nos mostró a través de su Hijo, al cual sacrificó para salvación nuestra, esta humildad está cada vez más ausente en la comunidad internacional. Esta falta de humildad nos puede llevar a un callejón sin salida.

¿Por qué? Simplemente, porque como desde hace años lo proclaman las organizaciones ambientalistas, que profundizan en el estudio de esta problemática, hay recursos naturales imprescindibles para la Vida que, hasta hoy son considerados finitos (se terminan); si no nos ponemos las pilas para primero cuidarlos al máximo, y segundo ver de qué manera podemos en un futuro suplantarlos.

Por otro lado, desde hace muchos siglos, hay recursos infinitos, que no pasan  nunca de moda, que no necesitamos dinero para adquirirlos, que, al practicarlos nos hacen infinitamente más felices, que, en la presencia de un Hombre llamado Jesús, tomaron forma, se hicieron palabras, gestos, actitudes ante la realidad, la sociedad de su tiempo. Esos recursos tienen que ver con cosas intangibles como el Amor, la Verdad, la Justicia, la Esperanza. Intangibles, pero a la vez se materializan al intentar practicarlos en el diario vivir, con la familia, los/as compañeros/as de trabajo, vecinos/as, en fin con toda la comunidad, y que hace más sustentable toda forma de Vida.

Acerca de Oscar Oudri 3 Artículos
En mi carrera profesional he desarrollado habilidades para gestionar instituciones sin fines de lucro y empresas, con personal a cargo, búsqueda y desarrollo de proveedores, gestión de compras, análisis de costos, diseño gráfico, planificación estratégica, confección, monitoreo y evaluación de proyectos, análisis de impacto, capacitador en el área social, desarrollo sustentable y sostenible.

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