Este análisis se basa en el informe «La brecha que persiste» de Chicas en Tecnología (2024), el cual revela una marcada disparidad de género en las carreras universitarias de tecnología en América Latina entre 2018 y 2022. Según este estudio, las mujeres representan entre el 51% (Perú) y el 64% (Uruguay) de la matrícula universitaria total en los seis países analizados: Argentina, Colombia, Chile, México, Perú y Uruguay.
Sin embargo, esta mayoría desaparece al examinar las facultades de tecnología. En carreras de programación, ningún país alcanza siquiera el 23% de participación femenina, con casos particularmente bajos como Chile, donde apenas el 11% de los estudiantes son mujeres, o Perú, con un 13,5%.
Esta brecha muestra patrones preocupantes al analizar las disciplinas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). Mientras en ciencias naturales y matemáticas las mujeres alcanzan una representación equilibrada e incluso mayoritaria, su presencia se desploma en ingenierías y tecnologías de la información. Uruguay, el país con mejor desempeño en STEM (42,6% de mujeres), no consigue superar el 20% en programación.
La paradoja se acentúa al comparar los sistemas educativos: en México, donde el 56% de los estudiantes asisten a universidades públicas, la participación femenina en programación alcanza el 22,6%, mientras que, en Chile, con solo 27% de matrícula pública, la cifra se reduce a la mitad.
Esta persistente brecha de género en un sector tan estratégico no es solo una cuestión de equidad, sino un obstáculo significativo para el progreso inclusivo de la región. La poca representación femenina en el desarrollo e implementación tecnológica deriva en soluciones sesgadas y excluye perspectivas fundamentales para abordar las necesidades de toda la población.
Críticas desde nuestras perspectivas de acompañamiento a sectores vulnerables
Desde nuestro contexto, toda acción de participación social de un sector en una actividad debe ser realizada teniendo el cuidado de incluir a los sectores vulnerables desde la aproximación a los mismos. Un tema que venimos trabajando en diferentes notas y bibliografía, en base a nuestra experiencia en el acompañamiento a la Familia de la Calle.
Sin aproximación no hay transformación, tanto de los propios educadores y acompañantes como de las estructuras que nos limitan al actuar, al ponderar nuestros propios contextos [1]. Construimos y damos forma a las soluciones planteadas, duplicando sin quererlo las mismas murallas que deben ser derribadas, como consecuencia de un desarrollo idealizado desde nuestras realidades y desde quienes ya están incluidos en nuestros mundos. Quedan fuera quienes no tienen afinidad con las metodologías y herramientas propuestas para el acceso a las actividades.
No se trata exclusivamente de cuestiones relacionadas con los recursos -si bien estos son fundamentales- sino que también requieren de un acompañamiento que facilite la interacción entre dos realidades diferentes, las cuales deben redefinirse por medio de la amistad y el afecto. De allí surgirán diferentes aspectos críticos que permitirán desmontar aquellas temáticas que no son acordes a las necesidades y formas de los amigos y amigas que participen de la capacitación, y que contemplen que su pertenencia corresponde a grupos con su propia idiosincrasia, cultura y realidad.
De esta interacción y confrontación cultural sin duda emergerán nuevas posturas y políticas que permitan tanto incluir sanamente al sector acompañado como así también poner en movimiento una contracultura que permita modificar las estructuraciones propias de los sectores ya acomodados o predominantes.



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