Las App son eficientes, las uso y ¡¿qué?! ¿Volvemos al feudalismo y al déspota?

App déspota feudal tecnología

Desde la década de los 70´s la industria informática buscó masificar sus negocios por medio de la introducción al mercado y masificación de una microcomputadora portátil personal para uso de cada persona. Que concentrara comunicaciones y capacidad de procesamiento, principalmente para entretenimiento. Una manera muy conveniente de expandir los negocios.

Muchos ven a este dispositivo como una extensión de las capacidades humanas. Es tentador, y a su vez adictivo el tener la opción a resolver ciertos problemas por medio de un mínimo esfuerzo. Se promociona la reformulación de las costumbres en busca de una gestión individual, mínimo trato con otros seres humanos, y más que nada el no perder el tan valioso tiempo. ¿Cuánto vale un segundo? ¿Cuánto estamos dispuestos a entregar por un minuto?

El Smartphone otorga la capacidad de sustituir y acceder a múltiples sistemas en la palma de la mano. Suena muy liberador, muy omnipotente ¿No? La comodidad hace que la persona elija el camino más sencillo, el de menor trabajo, sin importar que exactamente se está haciendo. El mínimo esfuerzo también lleva a no innovar y a replicar procedimientos en busca de automatizar la solución. Si se resuelve un problema por primera vez a través de un dispositivo, buscaremos hacerlo una segunda, y de ahí en más no dudaremos en hacerlo sucesivamente. El hacerlo rompe las barreras de la normalidad, se impone como nueva solución y también como nueva normalidad. El mercadeo, funcional a la acrítica, se encargará de imponer la moda y de considerar retrógrado que alguien se niegue o plantee soluciones alternativas basadas en la humanización de la tecnología. Donde la tecnología sea opción para la vida plena comunitaria y la ruptura con los modelos de dominación y exclusión.

A liberarnos se ha dicho y el celular esta en tu bolsillo.

Queda claro que no hay humanización posible cada vez que una solución es excluyente, como ya hemos desarrollado en otras notas existe la injusticia digital [1]. En todo modelo basado en la injusticia no puede haber transformación de la realidad. Estamos obligando al ser humano a tener un dispositivo para poder hacer, para poder interactuar. Donde esta interacción debería ser natural y no intermediada por un dispositivo. Como todo artefacto este posee un costo y requiere de un conocimiento para su uso. Se podría pensar que el uso podría facilitarse por medio de interfaces que interactúen con el cuerpo humano, sin embargo esta formula a su vez genera una mayor comodidad, y dicha comodidad tiene un costo y consiguiente obsecuencia.

Hoy día, hemos idealizado tanto el uso de las aplicaciones en los dispositivos móviles, que ya ni vemos detrás de las mismas los intereses de las compañías que las crean y mantienen. No somos conscientes de que creamos una transacción comercial y de poder con una compañía, y simplemente nos consideramos usuarios de una app.

La finalidad de una app como herramienta creada por una compañía cuyos objetivos es la maximización de las ganancias y la dependencia del consumidor. La aplicación es creada en el marco de dichas premisas. Por supuesto, el diseño tendrá en cuenta determinadas condiciones que le permitan ser amigables y atractivas al cliente [2] consumidor. Los diferentes actores que interaccionan con el sistema, sus realidades y necesidades no son factores que tengan prioridad. Solo hay un servicio a vender, el cual impone cierto monopolio establecido por el uso del celular y de quien da el primer golpe en el mercado. No tiene importancia o se es consciente de qué es lo que se destruye o el ocultamiento del bien común, menos aún las realidades de las comunidades locales que se ven prácticamente sometidas ante un consumo que tiene como fin gobernar las relaciones entre los diferentes actores para lograr el fin ya descripto. Un factor trascendental es el poder que concentran las compañías a través de las apps y la dependencia que generan basadas en la comodidad humana y su sumisión o avasallamiento. Las compañías que imponen esta modalidad, tienen cautivos de esta manera a una sociedad dormida, que prefiere dar el poder a una corporación ante que a sí misma. Donde no hay sensibilidad en cuento a la relación dominante que por diferentes modos es impuesta en base a la inconciencia y la falta de perspectiva social.

Buscamos un déspota y lo tuvimos

Lo importante es recaudar, no importa más nada que ganar una comisión de una transacción que antes no existía, como así tampoco su dependencia y que ahora está sometida al poder de la corporación. La compañía toma el control y se apodera de los servicios que antes eran libres. La comodidad cierra los grilletes del cautiverio, donde la compañía se posiciona como reguladora, administradora y dadora de posibilidades.

La app pasa a convertirse en una herramienta de centralización donde quienes consumen un servicio y quienes lo ofrecen quedan ligados a la misma. A su vez, la virtualización de las relaciones ocultan una relación laboral encubierta basada en la dependencia existente en la relación misma. Los vínculos laborales están gobernados por la compañía. Dicho gobierno centralizado exige un diezmo o impuesto donde antes no existía, y como el Señor o Rey toman parte de lo producido de sus dependientes o súbditos que son rehenes de la relación de patronazgo o señoreaje ejercida.

Siendo esclavizadores, se presentan como liberadores del trabajo independiente ¡Y lo peor de todo es que todos lo aceptan! Se confunde comodidad con libertad e irresponsabilidad social con libertad de conciencia.

A quienes dan el servicio se les hace creer que son posibles nuevos aspirantes a señores feudales del mercado, y quien toma el servicio obtiene un servicio que no posee libertad de negociación. Prestador de servicios y consumidor son solidarios en el pago del diezmo.

Todo esto basado en la destrucción de un servicio calificado, muchas veces regulado y garantizado por la comunidad, para pasar a ser un servicio dominado y diezmado a un feudo tecnocrático. Fuera del feudo es muy difícil subsistir, los pactos voluntarios aunque inconscientes de vasallaje no lo permiten y los pulpitos de tele mercado tampoco [3]

La comodidad de la esclavitud. Capaz estás pensando que imposible escapar de ella ¿Por qué será? ¿En quién depositas tu lealtad? ¿A quién le rindes tributo?


Fuentes:

[1] G. Reimondo, injusticia digital”, Revista TECNOLOGIA HUMANIZADA Núm. 1 2024 https://humanizationoftechnology.com/injusticia-digital/revista/critica-a-la-tecnologia/03/2024/

[2] Se utiliza en referencia a la relación Patrono – Cliente propia de la estructura dominante de patronazgo.

[3] En alusión a las religiones basadas en los shows televisivos que generan dependencia y muchas veces abuso.

Acerca de Gustavo Reimondo 135 Artículos
Coordinador de Tecnología Humanizada. Coordinador del proyecto Realidad Empoderada. Un proyecto de realidad virtual para la concientización en una praxis solidaria. Miembro del grupo: "La familia de la calle", organización conformada por personas indigentes y no indigentes en una relación igualitaria. Experto en Robótica, Instrumentación & Control, IoT, Sensórica y sistemas microcontrolados. Experto en el proyecto, especificaciones técnicas y acompañamiento en obras de Infraestructura física de telecomunicaciones para varios continentes. Expresidente de la primera compañía SCM International, Inc. de productos por catálogo de habla hispana de robótica educativa, diseño electrónico, adquisición de datos, sensórica, internet de las cosas etc… Diseñador y programador de herramientas de simulación y adquisición de datos con PC. Desarrollo de múltiples productos electrónicos de baja escala dedicados a la medición, electricidad y sistemas de control de efectos.

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