En la lucha contra la opresión y las desigualdades, el trabajo social y la empatía se convierten en herramientas que no sólo promueven un acompañamiento solidario, dan paso también al empoderamiento comunitario de personas marginadas y alientan abiertamente a la toma de consciencia que invita a reflexionar y revisar las estructuras del sistema establecido, lo cual, nos acerca cada vez más a la emancipación social y política de las comunidades marginadas.
El empoderamiento implica la superación de desigualdades a partir de un proceso de liberación de la opresión. En este tema nos enfrentamos con cuestiones importantes:
¿Qué papel tienen las brechas en oportunidades? ¿Cuál es la línea que establece un desarrollo colonizador? ¿Qué lugar ocupa la desigualdad en la calidad de vida y dónde queda la justicia por nuestros hermanos vulnerables?.
Teóricamente, se busca una estructura metodológica que permita a personas de comunidades vulnerables incrementar su capacidad individual para ser más autónomos y suficientes, pero entonces, ¿en dónde se encuentran las desigualdades de oportunidades y los sistemas sociales y capitalistas que justamente hacen de esto algo imposible? ¿Cuál es nuestro papel como ciudadanos y participantes sociales en estas injusticias?
La ideología actual implica separar a las personas marginadas, cubiertas por esta nueva ola capitalista donde en la estructura política el empoderamiento es ahora depender menos de la provisión estatal y empujarse a sí mismos en la escala social en vez de reconocer y validar las vidas y experiencias de comunidades vulnerables.
Es nuestro deber abogar por la visibilización, representación, consciencia, acceso, igualdad y justicia, así como, la creación o fortalecimiento de redes de apoyo y solidaridad para reivindicar los derechos humanos fundamentales.
El empoderamiento implica ceder poder.
La autonomía nace desde el empoderamiento intrínseco de las comunidades, donde logran, por sí mismas, satisfacer sus necesidades y cumplir sus metas o bien, sentirse dueños de su destino y responsables de sus acciones para una mejora.
En su libro, “Cuando los pobres nos llaman a la conversión”, Gustavo Reimondo nos invita a la reflexión sobre todas estas cuestiones y filosofías que engloban la liberación de grupos marginados mediante su experiencia conviviendo y acompañando a La familia de la calle, donde a través de sus ojos nos imaginamos las dinámicas y problemáticas a las que se enfrentan día a día y la búsqueda de una sociedad más justa y equitativa con todos aquellos que carecen de poder sobre los determinantes en su vida, dado a las estructuras y jerarquías sociales y aboga por la transformación de realidades hacia una visión más solidaria.
Durante el desarrollo del libro, se presenta la evolución de las aproximaciones en todo este proceso de acompañamiento solidario, desde estilos teóricos filosóficos, a lenguajes universales, como lo representa el amor de unos a otros, esto me hizo reflexionar de la forma holística y diversa de servir unos a otros y el cómo todo lleva a un mismo fin, donde naturalmente y como universal cultural, es decir, elementos del comportamiento y la mente que compartimos con todas las culturas, se busca ayudar y acompañar en amor.
Es impactante la normalización de la invisibilización y la poca empatía y conocimiento sobre la cultura de comunidades marginadas, donde se consideran como un mal necesario para el desarrollo y construcción de una sociedad capitalista y moderna.
Como participantes y jueces de nuestra realidad, nos corresponde el análisis y el cuestionamiento de ésta, mediante la idea de una sociedad utópica. El cuestionar nuestra posición y las consecuencias de actuar o no actuar ante contextos diferentes a los nuestros mediante universales culturales como el apoyo y el amor pueden generar un cambio realmente significativo en la vida de las personas oprimidas por el mismo sistema.
Es difícil reconocerse como el opresor, pero es necesario si se busca la transformación de los sistemas que nos hacen partícipes, conscientes e inconscientes ante estos yugos. La resignificación de nuestras normas y valores mediante la solidaridad abre un camino a la erudición en comunidades marginadas y, por tanto, a la empatía y a la lucha constante por combatir estas desigualdades.
Libros y experiencias como “Cuando los pobres nos llaman a la conversión” son un paso determinante en la visibilización y renovación del sistema, encaminando poco a poco a las personas a la sensibilización y al actuar para una sociedad más justa, solidaria, equitativa, armoniosa y sostenible.
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