
Laboratorio Agroecológico Abierto (LabAA) es una iniciativa argentina que está redefiniendo la relación entre tecnología, conocimiento y agricultura sostenible. Su propósito es generar un espacio donde la tecnología no se impone sobre la tierra, sino que dialoga con ella. Donde las herramientas digitales y los equipos de laboratorio están diseñados para escuchar lo que el suelo tiene que contarnos.
En tiempos donde la digitalización agrícola avanza aceleradamente bajo el paraguas del «AgTech», concentrando poder en grandes corporaciones, el LabAA propone un camino alternativo: tecnología libre, abierta y colectiva al servicio de las comunidades rurales.
Este ensamblaje de organizaciones rurales, investigadores y activistas no solo desarrolla herramientas, sino que construye una infraestructura relacional completa. Su misión es apoyar la transición agroecológica en Argentina mediante la construcción colectiva del conocimiento y la valorización pública de prácticas que respetan los ciclos naturales, aplicando los principios de la pedagogía popular Freireana, todos tenemos algo que compartir y algo que aprender.
Un poco de contexto
La agroecología emerge como un enfoque integral y multifacético que fusiona principios ecológicos y sociales para diseñar sistemas agrícolas y alimentarios sostenibles, trascendiendo su origen como ciencia y práctica agrícola para consolidarse como un movimiento social con el potencial de mitigar la actual crisis socioecológica global, fortaleciendo la soberanía alimentaria; sin embargo, su adopción aún incipiente en ciertos sectores de la agricultura familiar se debe a condicionantes estructurales y a la necesidad de desarrollar nuevos métodos de generación e intercambio de conocimiento, distintos del asesoramiento prescriptivo de la agroquímica, dado que la agroecología se basa en la comprensión de procesos agroecosistémicos situados y no en la dependencia de insumos externos.
El suelo: un sistema vivo
«Los laboratorios cercanos son escasos, caros y siguen encerrados en el paradigma físico-químico convencional», explican desde el LabAA en su página web. Este paradigma tradicional considera al suelo como una matriz inerte cuya fertilidad se mide únicamente por sus nutrientes básicos (NPK).
En contraste, la perspectiva agroecológica ve al suelo como un sistema vivo, evaluando su salud en términos biológicos: diversidad microbiológica, actividad orgánica y procesos ecosistémicos. Esta mirada holística requiere nuevas herramientas de análisis y comprensión, precisamente lo que el LabAA está desarrollando.
Tecnología que acerca
A diferencia de muchas iniciativas tecnológicas que generan dependencia, el LabAA trabaja en la creación de instrumentos simples, económicos y replicables. Su enfoque implica un proceso iterativo que va «desde el prototipo hasta su estabilización y proliferación en kits distribuibles».
Pero lo más interesante es que estos desarrollos no surgen en laboratorios aislados, sino en diálogo constante con productores, técnicos y comunidades. Entre 2023 y 2024, realizaron cinco encuentros territoriales en Mendoza donde dialogaron sobre las necesidades reales de quienes trabajan la tierra.
«Percibimos que existe cierto recelo por parte de los/as productores/as y técnicos/as respecto a compartir públicamente los datos coproducidos», reconocen desde el proyecto. Esta preocupación refleja un problema más amplio en la era digital: ¿quién se beneficia realmente de nuestros datos?
El LabAA propone un modelo diferente: datos comunes producidos comunalmente, con gobernanza transparente y beneficio colectivo. Su infraestructura digital busca almacenar, visualizar y relacionar información de fincas, productores y suelos para facilitar el aprendizaje colectivo.
Uno de los descubrimientos clave del proyecto es que «los agricultores individuales rara vez tienen el tiempo, la motivación o el conocimiento para usar herramientas digitales para sistematizar su propia experiencia». Por eso, el trabajo con organizaciones rurales y comunidades ya estructuradas resulta fundamental.
Esta dinámica colectiva no solo facilita aspectos prácticos, sino que enriquece el conocimiento: «El intercambio de conocimientos de productor/a a productor/a mediado por tecnologías libres permitió un alto grado de involucramiento y apropiación».
Una mirada más afectiva hacia la tecnología y la tierra
Quizás uno de los aspectos más profundos del LabAA es cómo logra reconectar a las personas con el suelo a nivel emocional: «La posibilidad de acercarse al suelo con herramientas que ‘revelan’ su vida también permitió su reimaginación y habilitó relaciones más afectivas en este continuo humanidad-naturaleza».
En un mundo donde la tecnología suele distanciarnos de lo natural, estas herramientas logran lo contrario: acercan, muestran la vida que bulle bajo nuestros pies, invitan a cuidarla.
Un modelo para el futuro
El Laboratorio Agroecológico Abierto representa un camino esperanzador para humanizar la tecnología agrícola. En lugar de imponer soluciones estandarizadas, escucha las necesidades locales. En vez de extraer datos, construye conocimiento común. En vez de generar dependencia tecnológica, fomenta autonomía y colaboración.
Mientras grandes corporaciones tecnológicas prometen «revolucionar» la agricultura con soluciones verticales y cerradas, iniciativas como el LabAA nos recuerdan que la verdadera innovación es aquella que sirve a las personas y al planeta, respetando los saberes locales y los procesos naturales.
La tecnología puede ser un puente, no una barrera, entre nosotros y la tierra. El LabAA nos muestra cómo construir ese puente, paso a paso, suelo fértil mediante.
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