Para estas fiestas hemos elegido difundir una reflexión de Eduardo Obregón, pastor valdense. Más allá de toda su religiosidad el mensaje es precioso para compartir desde su espiritualidad de vida y de ruptura con aquellos mandatos culturales y sociales que nos someten a ser injustos.
Es gratificante resaltar que en presencia del nacimiento de quien sería el referente del movimiento cristiano se encuentran los pastores. Los pastores, eran los trabajadores o una clase considerada como impura para la sociedad israelita de la época. Ellos son quienes están allí presentes como testigos. No olvidemos mirar a los marginados, tengan o no trabajo, a los que son invisibilidades en la sociedad y sus modelos imperantes. Transformemos la realidad desde su compañía y desde nuestra nueva visión ante su presencia.
El texto original fue extraído de la publicación: Aquel hombre José ,del periódico Pan y vida del sitio oficial de la Comunidad Valdense del Río de la Plata.
AQUEL HOMBRE, JOSÉ
Un hombre. Una situación. Una mujer, ella es su compañera, y está embarazada, pero él no tuvo relaciones con ella ¿Qué hacer? La sociedad espera que él, como hombre israelita, la denuncie, y en consecuencia, la condenen a muerte.
Él no quiere que la maten, pero la tiene que dejar porque la sociedad espera que un hombre israelita cuide su honra. Y una mujer “manchada”, mancha también al hombre que está a su lado ¿Qué hacer? Él no puede dormir, da vueltas, y una idea da vueltas en su cabeza: “si le doy el divorcio, va a ser un problema para su familia, porque van a ser una boca, y otra boquita, para mantener, encima va a ser una mujer ‘devaluada’, pero por lo menos, no la van a matar, y tampoco se van a burlar de mí”.
Luego, en sueños, un mensajero le anuncia sobre la importancia del niño que ha de nacer pues es fruto del Espíritu Santo. Este hombre tiene que tomar una decisión ¿Qué hacer?
Nuestra relación con Dios, es un diálogo en libertad, en el cual tenemos que decidir, tenemos que optar. En esta historia del evangelio, José tuvo que rechazar los mandatos sociales que nos ordenan lo que “un buen hombre” debe ser, tuvo que destruir el modelo patriarcal que anidaba en su interior, para optar por la propuesta de Dios.
Entonces, dice el relato que, en ese instante, José se levantó y optó por la vida de María y del niño Jesús. Y la historia comenzó a cambiar.
Sé el primero en comentar