“No son las formas” se escandalizan los bien educados. La etiqueta de una civilidad aprendida a fuerza de contentar.
“Lo cortés no quita lo valiente” esputa la comodidad señorial mientras la urgencia postergada se violenta.
La conducta servil se nos enmarañó en carteleras aspiracionales.
Recuerdo a mi vieja pregonando el “si hay miseria, que no se note”. Y me resuena el famoso eco moderno de esa lógica: “Fake it till you make it”.
Nos fuimos volviendo actores de una normalidad excluyente, elogiándonos las máscaras y haciendo malabares con espejitos de colores.
Pero por fuera… en la periferia de este teatro de miserias…
Está la miseria real.
Por fuera están los monstruos.
Los que nada tienen que perder, entonces nada tienen que actuar.
A fuerza de balas los tienen contenidos en cavernosos laberintos de cemento mientras miramos para otro lado.
De vez en cuando alguna historia terrible se les escapa entre los barrotes y nos obliga a ver de frente una realidad que nos pone de manifiesto los frágiles cimientos que sostienen la estructura.
No tarda mucho en ser controlada, nuevamente a balas.
Nosotros miramos para otro lado
“No son las formas” “Lo cortés no quita lo valiente”…. “Si hay miseria, que no se note.”
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Cuando escribí Iruín pensé en la fantasía clásica. En lo claro que era la línea entre lo bueno y lo malo y en como la virtud transitaba pasillos pomposos mientras lo terrible se arrastraba en el fango.
No hace falta hacer lecturas muy profundas para inferir una mirada burguesa en esa dinámica.
Así que hice una heroína dispuesta a escuchar al cazado y poner en tela de juicio quién era el “monstruo” en este escenario.
Así nació un episodio piloto de unas diez páginas donde una simple casería de una mercenaria, termina en una insurrección que derroca la corona.
Esta historieta puede ser leída en mi nuevo libro “10 años dibujando al margen” publicado por Editorial Kimera.
Para más data no duden en contactarse conmigo a través de instagram.
Muchas Gracias por el espacio.
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