
“Nació sin un lugar digno donde estar. Compartió su nacimiento con los trabajadores considerados impuros de la época. Era de familia campesina de un pueblito. Lo vinieron a ver reyes como si fuera a ser un emperador.
Anduvo entre el pueblo, los campesinos que vivían al borde de perder sus tierras, los despreciados, los marginados y otros más lo siguieron. Se convirtió, cambió su manera de ser, en su caminar.
Fue a poner al desnudo la injusticia del poder central de su tiempo y su tierra. Allí fue asesinado por los corruptos de su pueblo y el imperio dominante. En sociedad conveniente. Su familia no tuvo un cuerpo.
Fue glorificado por sus seguidores como un emperador. El pueblo humilde, los marginados y pobres, tuvieron un servidor que resucito como los emperadores del imperio. Enaltecido en su pobreza, la esperanza del reino justo del cual hablaba, se esparció.
Como ayer, hoy y mañana: OTRO MUNDO ES POSIBLE. “
Con fe y esperanzas transformadoras compartimos esta reflexión navideña de Gustavo Reimondo
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