Los desarrolladores de las tecnologías de “bots” ofrecen producir mecanismos informáticos que pueden realizar determinadas operatorias en forma sistemática y rápida. Cómo analizamos en el último artículo, la finalidad es generar una nueva necesidad basada en la competencia para el aumento de las ganancias del sector del cual dependen para recibir así un beneficio. Para implementar dicho proceso saben que es necesario difundir una estructura de pensamiento que actúe como un chaleco psicológico, bloqueando toda sensibilidad y humanismo. Hay un solo dominador, el deseo de unos pocos de aumentar sus propias ganancias, sea cual sea el costo o el dolor de otros.
En la actualidad, surgen nuevas empresas financieras en el mercado mundial que, a diferencia de las existentes, poseen estructuras ya preestablecidas. Estas nacen utilizando nuevas tecnologías de automatización. Argumentándose dichas condiciones, pretenden no tener una conciencia social o la acallan en función de tener ingresos. Las empresas tradicionales existentes asumen las mismas soluciones de automoción para competir con las nuevas. Pero hay un factor en común: los grupos de empresas y profesionales que generan dicha tecnología y que, como cualquier colectividad que produce tecnología, vive enquistada del sector dominante tradicional hasta mutar a otros nuevos o ser parte de los mismos. Cuando hablamos hoy día de una industria, estamos considerando a los inversores, los dirigentes, los profesionales de desarrollo, las empresas tecnológicas y de conocimiento, y los operarios. El sistema educativo, del cual se provee la industria de recursos humanos profesionales, es también parte del sistema productivo, pero, y su ideología de maximización de las ganancias ¿de quiénes? La educación mecanicista, por deposición de conocimientos en los estudiantes (educación bancaria), prepara a los mismos para el cumplimiento de determinados dogmas. Al insertarse en la industria, los egresados son funcionales al mantenimiento y defensa de estos mandatos que se plantean como irrefutables, los cuales tienden a prometer la garantía de una vida supuestamente prospera ante la bendición de aquello por lo cual están dispuestos a no percibir injusticia alguna.
El mercado y la competencia crecieron en el mundo económico de las financieras. Nuevos jugadores han aparecido que adoptan las nuevas tecnologías de automación, forzando a los jugadores existentes a realizar el cambio, según el análisis de los pensadores asociados a estas nuevas herramientas. La disminución de los costos a través de la eliminación de puestos de trabajo debe ser justificada para desvincular las consecuencias del dolor y la marginación. Esta marginación a veces no es directamente visible en el sector, sino que derrama desde el centro de poder hacia la periferia. El grupo de los dominantes aumentan sus ganancias, sus súbditos acomodados viven una briza de bienestar y un suspiro de sentirse incluidos entre los sobrevivientes, los que se adaptan a la obediencia. Muchos encontrarán resguardo en frases o estructuras de pensamiento muy sólidamente armadas desde el darwinismo social. Me refiero a una solidez que no se basa en un análisis científico humanista, sino al establecimiento de una política elaborada con anterioridad que se afinca en la razón y en los sentimientos, construyendo fuertes ataduras a la conciencia, convirtiendo al ser humano a un sistema finito: un autómata. Por supuesto, estos estados de inconsciencia han tenido su rol en la historia del ser humano. Hoy pareciera que la automación y sus productos, los robots, han sido idealizados como entes superiores al ser humano. Se hace una analogía entre la máquina y un superhombre trabajador ideal. La máquina como creación pura y perfecta. Siendo esta simplemente una herramienta para eficientizar las ganancias bajo la utilización directa o indirecta de los intereses de los inversionistas, empresarios y profesionales asociados en la conveniencia. Si hay que mandar a la marginación a los compañeros de trabajo más dependientes, se hace. Se argumentará por medio de una teología del mercado que esto proveerá opciones y trabajo. Un pensamiento mágico, muy útil a la hora de justificar. La praxis social nos demuestra lo contrario.
Transcribo un párrafo del documento “El surgimiento de los robots” de KMPG, una compañía que se dedica al asesoramiento y desarrollo tecnológico para financieras. Bill Cline, uno de sus líderes encargado de impulsar este tipo de innovaciones. Hace una serie de adoctrinamientos. En la sección ”Adoptando la tecnología y la transformación”, comenta:
“Si bien los mercados de capitales se han estado expandiendo a nivel global”, comenta Cline, “ha habido un incremento en la competencia por parte de los competidores tradicionales así como también de los nuevos y disruptivos ingresos a los servicios financieros. Algunos de estos nuevos ingresos son mucho más ágiles y expertos en tecnología que las firmas ya establecidas que tienen un legado e infraestructura que apoyar”.
“Este incremento en la competencia, junto con la cada vez mayor presión para la reducción de costos, significa que ya no es cuestión de trabajar más fuertemente, es cuestión de trabajar de forma más inteligente,”
La compañía en cuestión trabaja con las empresas que no han adoptado sus tecnologías. Está en el negocio y es productora del tipo de tecnología a la cual venimos haciendo referencia. Pero pareciera ser que a la hora de opinar no es responsable o pretende no manifestarse como actora de la injusticia que pretende justificar. Lo importante es acallar la consciencia, porque allí, junto con la sensibilidad, es donde nace la oposición. El título, bajo el cual están los comentarios, habla de transformación donde obviamente no la hay. ¡Qué mejor que hacernos creer que estamos progresando cuando no hay progreso! Simplemente es más de lo mismo, del retroceso y de deshumanización. Donde se dejan personas sin trabajo, se habla de trabajar mejor. Cuando hablamos de que hay que transformar la sociedad y ser agentes de un cambio, hablamos de generar justicia. Pero aquí nos quieren hacer creer que transformar es hacer injusticia y que el actor de esa transformación es un mecanismo, ni siquiera un ser humano. Cuanto está claro que se trata de personas opresoras tomando decisiones y acciones concretas.
En otro comentario continúa:
“Tratar de abaratar costos en las operaciones de middle y back-office mediante un ‘arbitraje laboral’, es decir, externalizando el trabajo hacia países de mano de obra más barata, ya no será suficiente”.
Aquí está claro el proceso de la distopía planteada (en la primera parte de este artículo) ya la sustitución de trabajo digno local, no alcanzó para aquellos que desean malograr la verdadera transformación social. Hay que deshacerse de los trabajadores y a través de la implementación de soluciones apuntar a usuarios exclusivos que tengan acceso a las plataformas tecnológicas. El mensaje es: nosotros creamos el uso no responsable, ganamos con ello, pero no somos responsables de nuestras acciones.
Lee la tercera parte de este artículo.
Fuentes:
«El surgimiento de los robots», KPMG.
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