Un robot que mide la temperatura, chequea la respiración y realiza testeos verbales. Para atender a la entrada de los supermercados, bancos y en un futuro a hospitales. Solo costaría alrededor de unos $45000 dólares estadounidenses.
La tecnología es evolución. Lo complejo es más valorable. La tecnología crea nuevos trabajos. Lo que es mecánico se fatiga mucho mas tarde que panzas y pancitas que necesitan ser llenadas. Pareciera ser que las máquinas solo pueden mantener el contacto físico, como si no pudieran ser tocadas. ¿Debe ser que nos hacen creer que son inmaculadas y puras?.
Esas son solo unas pocas de las afirmaciones que con el fin de concentrar dinero los grupos más aventajados y pudientes. ¿O no?. Estamos en un momento donde determinados sectores necesitan de trabajo seguro para poder subsistir debido al necesario aislamiento social. La pandemia nos pone de manifiesto esta manera vertical y exclusivista. Podríamos llamarla darwinista. Un grupo aventajado, deseoso de construir dogmas que solo direcciona bajo sus intereses personales, en la desesperación y el marketing , el beneficio propio. Un sector, tecnológico, altamente beneficiado en este tiempo de aislamiento.
¿Cómo queremos que los menesterosos, los pobres, los marginados, no se sientan desilusionados, sin expectativas? Hay una sociedad deseosa de hacer de la falta de oportunidades y de la concentración un ansiado mito: son vagos. Pero como ya sabemos y que se hace más visible aquí en plena pandemia: sus intereses están primero.
No hay que ser ingenuo: “hoy te los doy baratos, mañana hacen otra cosa, solo para sustituir a personas que necesitan un trabajo por lo que yo domino, construyo, mantengo y me da exclusividad”. En sociedades donde los niveles de pobreza serán altísimos en los finales de esta pandemia.
No diabolicemos la tecnología, no es mala ni buena, se requiere de un uso responsable y al tiempo de la sociedad.
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