“Hasta qué punto puede felicitarse la humanidad por la multiplicación increíble de estas máquinas, que colocan una fuerza ciega e insensible en el lugar de los brazos del hombre, y que deja al sorprendido trabajador sin el oficio con que sus antecesores se alimentaron”.
Journal des Débats, septiembre 12 de 1817, citado por Frank E. Manuel, “El movimiento luddita en Francia”.
Lo que ayer golpeó fuertemente al trabajador inglés, hoy es una realidad de riesgo mortal para el trabajador y los marginados del tercer mundo.
Desde la aparición de los primeros mecanismos tecnológicos existen historias de acciones de grupos, dagnificados por estas innovaciones, para destruirlas o dañarlas. Su finalidad fue la lucha contra la disminución del trabajo, el alza de los precios y la protección de sus trabajos ante la aparición de las máquinas. Uno de los primeros antecedentes es la destrucción de una bomba de agua en Burdeos en 1511. En Inglaterra desde 1663 a 1831 se saboteaban máquinas para lograr negociaciones. También los mineros quemaron grúas y utensilios de trabajo, y la destrucción de máquinas textiles en el siglo XVIII. En 1758 Evert construyo una máquina de esquilar impulsada por agua. Más de 50000 hombres protestaron en el parlamento ante el peligrar del trabajo de los cardadores de lana. La máquina de Evert fue quemada por cientos de obreros. Todas estas revueltas tenían como motivo genuino la defensa de sus trabajos y el reclamo salarial.
Existió una larga experiencia en el cuidado del trabajo calificado, conformando agrupaciones de trabajadores que defendían la duración de la jornada de trabajo y la remuneración mínima fijada.
Hubo dos tipos de acciones características unas las que tomaban el ataque a las máquinas como un medio de presionar a los patrones ante la explotación laboral y los salarios. Esto ocurrió incluso antes de la revolución industrial. El otro grupo es el más despreciado, el que enfocó su ataque hacia las máquinas en sí mismas, por denigrar y sustituir su trabajo. Los ataques no eran realizados exclusivamente por los trabajadores, sino por toda la comunidad. El combatir el desempleo, el nivel de vida, la libertad y dignidad, era la preocupación de los trabajadores y sus familias. No objetaban a la máquina en sí misma, sino a su utilización para la sustitución del trabajo y desmedro de su nivel de vida y el cambio social asociado a la producción.
En el siglo XIX, ante la implementación del telar a vapor, se decía que para suplantar máquinas de vapor comandadas por 500.000 obreros se requerían 100 millones de hombres con las viejas ruecas para hilar la misma producción. Esto no significaba que dichas cantidades fueran las existentes, sino la relación entre las mismas. Lo que sí se puede afirmar históricamente es que en Inglaterra los telares a vapor desplazaron de su trabajo a 800000 tejedores.
Cuenta el mito que un aprendiz de tejedor llamado Need Ludd, rompió a martillazos el telar de su maestro. Al mismo tiempo se conformaron revueltas ante la situación opresora de la implantación de los mecanismos automáticos en los medios de producción. Las protestas de 1811 se firmaban con el nombre de “Capitán Need Ludd”, no porque este las liderara, sino en su memoria. El historiador argentino Christian Ferrer afirma que en realidad Need Ludd nunca existió y que se trata de un mito. Las cartas y amenazas eran firmadas también bajo el nombre: Señor Pistola, Señorita Ludd, Pedro Felpa, General Justicia, Sin Rey, Rey Ludd, o Joe el Incendiario.
“No son igualitarios rurales, aceptan el orden establecido de la sociedad provinciana y sus expectativas son extraordinariamente mínimas: una ligera mejora del salario, la destrucción de la maquinaria, la oportunidad de trabajar aunque preservando su dignidad. Acuden a su tarea de revuelta de forma educada, vestidos con sus mejores galas…pocas veces utilizan el lenguaje amenazador… Es la revuelta de la dignidad, tienen conciencia de sus propios derechos y saben que no están haciendo nada que sus padres no hubiesen hecho.” Citado en J. Rule, op. cit., pp. 519-520.
El nacimiento del movimiento ludita surge no en el centralismo de las ciudades sino en las comunidades de base que se forman en las zonas rurales y artesanales, vinculadas por lazos de parentesco y religiosos. Esta misma conformación le daba la facilidad de camuflaje y movimiento, denuncias pintadas contra la industrialización capitalista. La revuelta ludita, no tenía cabecilla o lider. La levadura, el fermento, no se esparció debido a un plan instantáneo, sino que fue fruto de una gran disconformidad, explotación a través del tiempo y el complot entre fabricantes y comerciantes para que los productos textiles se compraran a las industrias de las ciudades. Así también durante las guerras anglo-españolas se prohibió a la mano de obra especializada emigrar de Inglaterra, aunque estos pudieran morir de hambre debido a las limitaciones comerciales y laborales. Más todavía ante el aumento de los precios de los alimentos, lo cual conformaba una gran parte de los gastos del salario y la disminución del mismo debido a la contratación de mano de obra no calificada.
Durante la revuelta, 30 luditas fueron ahorcados como mínimo y unos 60 fueron desterrados a Australia. Para 1813 el movimiento ludita estaba desestructurado y las últimas acciones luditas ocurrieron en 1817.
“Ned Ludd quedó relegado al olvido, en un pacto de silencio que los explotados aceptaron por sobrevivencia. Tras años de luchas intensas, donde quedaron 1.100 máquinas destruidas, seis fábricas quemadas, 15 luditas muertos, 13 confinados en Australia y 14 ahorcados, ¿Qué nos queda?…Cada 1º de mayo se recuerda a los mártires de Chicago, pero muy pocos se acuerdan de James Towle, el último destructor de máquinas colgado en 1816, quien se enfrentó a la muerte entonando un himno luddita. El enorme cortejo fúnebre que lo acompañó terminó de cantar las estrofas que no alcanzó el finado. Hoy, algunos retomamos los trozos del rompecabezas e intentamos hacerlos dialogar con el presente y el futuro, en el mero hecho de recordar a contracorriente”.
Cristóbal Cornejo, Bicentenario de Ned Ludd: Recordando a los destructores de máquinas.
El 27 de febrero de 1812, el parlamento ingles debatió las medidas a ser tomadas después de cuatro meses seguidos de destrucción de máquinas. El poder establecido no puede negar a la clase en auge de los inversores de la nueva revolución industrial. Sus intereses representaron a un nuevo poder. Los lores latifundistas, no ven con agrado al nuevo sector industrial, pero tampoco limitan su represión a los pobres obreros sublevados. En dicho contexto, solo uno de los Lores llamado Byron trató de convencer a los demás en defensa de los tejedores que se alzaron debido a la opresión.
Las amenazas del “General Ludd” venían escritas desde donde se había iniciado la utilización de las maquilas hilanderas en Nottingham. Luego comenzaron en Yorkshire, para derramarse la pasión de los obreros a Mánchester. La destrucción de máquinas se propagó desde noviembre de 1811 y el verano de 1812. La lucha tomó el carácter de guerrilla ante el asesinato del fabricante William Horfall. Dueño de la fábrica Marsden y promotor del uso de máquinas herramientas para la producción textil. Las fuerzas se mantenían gracias a la realización de colectas.
El gobierno envió milicias que ocuparon las zonas de conflicto. Se pidió recompensa por los revoltosos, pero estas no lograron romper la lealtad entre los ludditas. En Manchester, en vez de calmarse la situación, comenzaron más ataques en masa a las fábricas, a las casas de los empresarios, además de disturbios en todo el sector.
Los luditas como guerrilla fueron muy ordenados, atacaban con grupos compactos y de noche, con la cara pintada. Su referente imaginario (aunque como ya describí antes el mito se basaba en una persona que con ira rompió un telar) era llamado: “amigo de los pobres y de los afligidos, enemigo del poder de los opresores” como lo describe en el libro: La formación de la clase obrera en Inglaterra de Edward Thompson.
El movimiento ludita mermó ante el logro del aumento de los salarios en algunos condados, la inteligencia de infiltrado en los grupos luditas y la declaración de delito capital a la destrucción de máquinas.
Fue tal el temor de las clases dirigentes inglesas que el ejército enviado a sofocar las revueltas fue de 12000 mercenarios.
Hay que ser muy claro al definir quién era un ludita. No se trataba de alguien quién tenía fobia a las máquinas, sino a la población que se veía totalmente oprimida y marginada ante el avance del voraz de las ambiciones empresariales. He llamado a esta nota: “La guerra contra las máquinas” solo para llamar tu atención y que no es necesario remitirse al cine de ciencia ficción como ser “Matrix” , para pensar en ello.
No puedo dejar de enlazar el fuerte contenido revolucionario, con la historia universal ante la opresión del centralismo, acompañado por el poder y el sector acomodado. Las historias bíblicas describen en sus textos un llamado a la revuelta y la valorización del campesinado, los sectores que anhelan la libertad ante la dominación y acostumbramiento al poder establecido. Como se mencionó antes, muchos de los luditas eran metodistas. En sus orígenes, el metodismo, logró afianzarse en los sectores más pobres y populares, no solo ante la esperanza del establecimiento de un reino de justicia, sino también porque ofrecía una contención y protección ante los cambios sociales sucedidos. Es innegable el carácter solidario, comunitario y fe de los luditas. Comparto una parte de sus cartas:
“Nosotros nunca dejaremos las armas (hasta) que la Casa de los Comunes no apruebe una ley que acabe con la maquinaria dañina para la comunidad, y derogue la horca para los Rompedores de Máquinas. Pero nosotros no pedimos más –eso no servirá–, la lucha servirá.
Firmado por el general del Ejército de Rectificadores.
Ned Ludd Clerk
Rectificadores para siempre.
Amen”
Esta nota, era una parte de una amenaza a uno de los acaudalados industriales propietario de máquinas de tejer. A noticiando que más de 2782 personas provenientes de diferentes zonas se dirigirían a destruir las máquinas y las edificaciones de los dueños de las mismas.
Voy a cerrar esta nota con un análisis desde la historia de la humanidad. Si hay una característica de la historia de la emancipación de pueblos oprimidos es la historia ancestral de Palestina y sus habitantes. Hace aproximadamente dos mil años atrás, esa tierra estaba dominada por el imperio romano. La relación de patronazgo del imperio romano era con una clase acomodada sacerdotal y de gobernantes en la zona. Sin embargo en el pueblo, siempre existió su memoria de la liberación del imperio egipcio y de los déspotas de la región. En su anhelo estaba el recuerdo y el deseo de volver a un periodo de unos doscientos años de una sociedad libre de opresión. Con tensiones, pero no con un emperador/faraón Dios o con un rey con un sistema religioso que sostuviera su sistema de explotación. El campesinado, los pequeños poblados, tenían en su conciencia social, el llamado a una vuelta a dicha realidad. Realidad que había surgido de una utopía. La estructura social, aborrecía el centralismo, la explotación por parte de los poderosos, la existencia de líderes que en su ausencia se podría decir que existían referentes y como único gobernante a su dios, que se oponía al Rey/Dios opresor. Voy a citar un texto, de un libro conocido, llamado: “el Evangelio de Lucas”. Veamos unos párrafos del capítulo tercero.
1En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisanias tetrarca de Abilinia,
2 y siendo sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
3 Y él fue por toda la región contigua al Jordán, predicando el bautismo del arrepentimiento para perdón de pecados,
4 como está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías, que dice:
Voz del que clama en el desierto:
Preparad el camino del Señor;
Enderezad sus sendas.
5 Todo valle se rellenará,
Y se bajará todo monte y collado;
Los caminos torcidos serán enderezados,
Y los caminos ásperos allanados;
6 Y verá toda carne la salvación de Dios.
En el primer versículo se citan a los gobernantes o poderosos patrocinados por el poder imperial opresor. En el segundo a los sumos sacerdotes, es decir al poder sacerdotal que por medio morales y de conveniencias explotaban al pueblo en convivencia con el poder imperial. En dicha época, por ejemplo las prácticas comerciales dejaban a los pequeños terratenientes y campesinos sin sus tierras, sin su pan, sin su trabajo, y los convertían en marginales. En ese contexto de injusticia, se cita un texto, que menciona: un clamor en el desierto, el bautismo, un camino y una vida de justicia. ¿Por qué?, porque en el pueblo yacía el ideario colectivo de la lucha y la vida por la liberación de la opresión. El desierto simboliza el camino hacia la liberación y la búsqueda de una utopía (la tierra donde mana leche y miel) donde todas las necesidades son cubiertas fuera de la explotación. Desde el desierto, viene el bautismo, es decir el mojarse, el purificase de las ideas y costumbres opresoras, para rememorar la liberación al cruzar las aguas. La lucha tiene tiene esperanza descrita en los versículos 5 y 6. Los resultados lo verán toda la “carne”, lo cual no es un tema menor o simbólico. En la cultura semita, no existe el concepto greco-romano (la cultura opresora) de la separación entre cuerpo y alma, todo es una sola carne. Es decir la promesa es integradora, incluyendo todas las necesidades corporales como las espirituales o libertarias.
La muerte de los luditas condenados a la horca, el método más despiadado de la época, no mató a aquella revuelta y proclama de todos los tiempos. Quizás hoy está visible en el nuevo modelo de explotación y marginación que se adviene con la tecnología utilizada sin límite y humanización. Los poderosos de su tiempo, emprendedores de un nuevo mundo de explotación y control, con un sacerdocio oficial siempre aleado y partícipe ha encubierto, han tratado de acallar esta historia, reescribiéndola desde los intereses de los ganadores, los explotadores y en el silencio de aquellos que quedaron aprisionados en dicha nueva realidad.
Podés saber más sobre los luditas leyendo la nota: La segunda guerra campesina contra las máquinas y los terratenientes.Inteligencia Artificial y Robots Androides. Segunda Parte. O en la segunda parte de este artículo: La segunda guerra campesina contra las máquinas y los terratenientes.
Fuentes:
UN BICENTENARIO OLVIDADO LA REBELION DE LOS LUDITAS (1812-2012), RENAN VEGA CANTOR.
Radiodifusion del ensayo «Un bicentenario olvidado. La rebelion de los luditas (1812-2012)», de Renan Vega Cantor, en La Corneta de Contrabanda FM, programa de radio antimilitarista. Emision, 11 de junio de 2013 en Contrabanda FM (radio libre de Barcelona).
https://www.elsaltodiario.com/la-utopia-en-actos/lord-byron-y-los-luditas-no-hay-mas-rey-que-ludd
https://netherton.huddersfield.exposed/sections/noteworthy-people/william-horsfall-1770-1812/
http://culturayanarquismo.blogspot.com/2013/01/luditas.html
“NED LUDD Y LA REINA MAB” de Peter Linebaugh
“El humanismo semita” de Enrique Dussel
“La Inglaterra victoriana” de Esteban Canales.
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