A medida que avanzan las sociedades, la tecnología también lo hace. Cada vez se digitalizan más los procesos empresariales, sociales o culturales, dando así más accesibilidad a personas entre diferentes países o en diferentes años. Ya no hace falta vivir en la misma localidad para trabajar en la misma empresa o haber nacido o estudiado en el mismo tiempo para poder acceder a la misma información. Solo basta un ordenador con acceso a internet y listo, ¡bendita globalización!
Las nuevas generaciones lo tenemos fácil, hemos crecido con ella y estamos tan acostumbrados que en caso de actualizaciones o nuevas herramientas tecnológicas, nos adaptamos de manera fácil y rápida, pero no todo el mundo está tan habituado y creo que no somos conscientes de la ventaja que tenemos estas últimas décadas frente a otras personas.
¿Somos conscientes de que no todas las generaciones de la sociedad saben de tecnología? Esta nació hace pocas décadas, por lo que la gente más mayor, conocida en España como ‘tercera edad’, ha crecido sin ella e incluso algunos han pasado casi toda su vida sin ella, por lo que la rapidez para aprender manejar las herramientas tecnológicas (incluso algo tan “sencillo” para la gente joven como el teléfono móvil) es escasa o nula. Las habilidades neuronales a esa edad no son las mismas que a una edad temprana, por lo que ya no solo es no estar habituado a la tecnología, sino que a nivel neuronal es más difícil tener la capacidad de aprender, y sobre todo retener esa información a largo plazo si no hay una habituación de esas actividades.
Y sí, estamos dispuestos y dispuestas a enseñar a nuestros abuelos y abuelas para que se actualicen y sean más modernos y modernas, para hacerles videollamadas en lugar de ir a visitarles o por si necesitan ayuda con la compra o cualquier otra cosa, pero ¿quién lo hace con las personas que no pueden acceder a estos recursos y no tienen quien les enseñe?
La Familia de la Calle lo tiene incluso más complicado. Muchas de esas personas no tienen una situación económica para permitirse comprar un móvil, ordenador o cualquier otro aparato similar, y tampoco las actualizaciones periódicas de sus herramientas. ¿Cómo vamos a solucionar la desigualdad económica en la sociedad si cada vez es todo más digitalizado y cada vez ellas lo tienen más complicado? ¿Cómo van a conseguir un trabajo si muchos puestos en los que no se necesitan estudios están siendo sustituidos por tecnología? No seré yo quien diga qué está bien y qué no, pero creo que haría que mirar desde esta perspectiva para poder entenderles mejor, y ayudarles y acompañarles de manera más adecuada.
¿Qué podemos hacer para introducir a personas más desfavorecidas en un mundo laboral y social digitalizado? ¿Cursos gratuitos de ofimática básica, tal vez? Si hay en localidades que no se hacen, ¿por qué no proponerlo a nuestros ayuntamientos?
Hay muchas preguntas a lo largo de esta nota, pero podríamos empezar por la primera: ¿estamos dispuestos y dispuestas a colaborar en el cambio a un mundo más humanizado?
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