
Existen muchos tipos de proyectos, según su tipo. Desde proyectos para la producción física de productos, hasta aquellos para la coordinación de procesos y sistemas intangibles. Recordemos el significado de la palabra proyecto:
- Idea de una cosa que se piensa hacer y para la cual se establece un modo determinado y un conjunto de medios necesarios.
- Memoria o escrito donde se detalla el modo y conjunto de medios necesarios para llevar a cabo esa idea; especialmente el que recoge el diseño de una obra de ingeniería o arquitectura.
El proyecto surge de una idea. Esta es una representación mental de algo material o inmaterial, un fenómeno, algo ficticio o real. Las ideas no tienen por qué tener relación con un proceso de elaboración a través de una praxis y pueden contener, en muchos casos, construcciones ficticias o idealizaciones construidas por medio de la imaginación. Sea esta última, por ideologías preestablecidas, construcciones meramente teóricas o intereses individualistas de diferentes índoles.
Cuando el proyecto está basado meramente en una idealización, tendrá características opresoras, exclusivistas y deshumanizadoras. Nacen de idealizaciones y no de praxis comunitarias, donde todos los agentes conviven y comparten experiencias mutuas de ida y vuelta. La escucha, la convivencia amorosa y humanizada, ponen en denuncia aquellos aspectos deshumanizadores del contexto en el cual se está. La ética lleva a los actores, por consiguiente, a hacer historia por medio de acciones transformadoras y responsables. En este caso no se proyecta desde la idealización, sino que se toman acciones validadas por una praxis comunitaria. Estos hechos buscan transformar la realidad presente e intentan culminar con la deshumanización y la desvalorización de las personas afectadas por el mismo. Esas acciones no contienen un proyecto predefinido o trazado, sino condiciones y movimientos iniciales que se reevalúan y trazan nuevos movimientos y escenarios.
Los proyectos tienen que convertirse en acciones, nacer no de una cafetería, sino del campo de trabajo, el de las necesidades, el de la marginación, el del convivir con el que está en desventaja.
El caso de los proyectos tecnológicos e infraestructura.
En los proyectos de diseño de sistemas, instalaciones o productos materiales se requiere, en muchos casos, de una definición inicial de las características físicas. Sin embargo, estas particularidades que pueden estar pre definidas por estándares, reglas del arte, y criterios de diseño, su elaboración puede ser producto de una sucesión de acciones o de una idealización como comenté anteriormente. La realización de especificaciones técnicas puede surgir de una praxis crítica humanizadora o de una ideología, producto de conveniencias personales, empresariales o de inversionistas. En el centro del proyecto debe estar siempre el ser humano, como usuario del mismo, y en especial, quienes tienen menor opción, poder y que se ven sometidos a las consecuencias de las cualidades del proyecto.
Cuando se define un proyecto, ahora hablando en el sentido de generar un documento o descripción, se utilizan normativas o estándares. Estos siempre están elaborados por cámaras empresariales o profesionales, los estados, universidades u otras organizaciones. Generalmente poseen una cultura de origen, y no pueden escapar a los intereses de sus organizadores, los grupos de poder y de mercado. Todo estándar esta contextualizado desde una realidad económica, técnica y cultural. Sus recomendaciones y mandatos jerarquizan y privilegian las tendencias tecnológicas o sociales vinculadas con el grupo de intereses comunes que lo solventa. Independientemente de ello, muchas veces están basados en la utilización de determinados materiales y soluciones que no se ajustan a grupos sociales que no poseen la misma realidad económica y recursos. Por ello, los estándares, como todo texto, deben ser sometido a una interpretación utilizando la técnica de hermenéutica, es decir que permiten analizar la creación, origen de los textos, para su adaptación o más bien una interpretación local.
Generalmente existe una mala idealización de este proceso, muchas veces movido por cierta ignorancia que, generalmente, se ven potenciadas las estructuras jerárquicas, de posiciones dominantes e ideologizadas. Esto es muy común en muchos proyectos de infraestructura tecnológica. El pensamiento dualista es el que impera en la realidad tecnológica actual. Se construye una desvalorización de lo físico por debajo de lo intangible. Por otra parte, el pensamiento dualista imperante asociado a la virtualidad, posee un razonamiento distinto a aquel que es integral, donde ambos aspectos están fusionados o son una misma cosa. La virtualidad como proyección de la gnosis crea formas de interpretación que desvinculan la realidad material de la intangible, como si esta última podría existir por sí misma.
En el mercado de tecnología esto puede verse claramente con la absorción de la industria electrónica por parte de la informática. La industria electrónica en sí misma, y su escuela histórica, aun sobre guardada en sistemas específicos de control, ha perdido valor; los conceptos de seguridad se han vuelto opcionales o parte de un riesgo asumible desde el dominio de lo virtual. En el mundo virtual, tal como se lo define, podes borrar algo; en el material necesitas deshacerlo físicamente. Los procesos de diseño y creativos son diferentes, desde la contemplación de lo espacial, las horas humanas de desarrollo, hasta los materiales.
Por otra parte, si hablamos de tecnología informática o de telecomunicaciones, los proyectistas se ven limitados a la interconexión de componentes y sistemas predefinidos, en un marco preestablecido, limitándose el conocimiento a la interconexión y seteo de estructuras preestablecidas, sin grandes variantes o procesos creativos. No es posible, en muchos casos, salirse de los formatos y la ideología de los fabricantes. Generalmente no hay una creatividad y una adaptación a la realidad social y de seguridad de la comunidad destinataria. Fortalece el típico mandato: todo está preestablecido y nada va a cambiar, no hay grandes procesos de transformación dentro de la comunidad tecnológica de los usuarios. A su vez los mismos intereses de los fabricantes se ven defendidos como los únicos posibles, por parte de los integradores de sistemas. El pensamiento dualista con la flexibilidad que teóricamente que ofrece conspira a través de su estructura jerárquica conservadora ante cualquier proceso de transformación social y humanizado. Hasta aquí he obviado hablar sobre la impronta que dio el mercado al desarrollo tecnológico, formándolo a su manera y conveniencia, bajo el régimen de la maximización de las ganancias y la de tomar ventaja sobre los servicios provistos para disminuir las responsabilidades de los que obtienen el beneficio económico.
El dualismo y la jerarquía como conspiradores de la contra humanización.
En las estructuras sociales jerarquizadas, las áreas que poseen un requerimiento deben elevarlo para obtener la aprobación de la cúpula. Muchas veces ni el mismo sector es el usuario final. En la cúpula se toman las determinaciones sin conocer las opiniones de los expertos. Esta situación es dada por las estructuras piramidales. En las horizontales, todos los actores tienden a tener una relación cara a cara por los actores mismos o por sus representantes elegidos democráticamente. Esto no quita que una estructura social o de trabajo que posea una temática asamblearia no pueda jerarquizarse en forma encubierta, pero siempre su estructura le permite volver a la confrontación directa de los diferentes actores.
El dualismo o gnosticismo dividen a un grupo social en dos sectores, puros e impuros, iluminados o sapienciales de un conocimiento y los que no pueden acceder a él, los de arriba y los de abajo, etc. Esta estructuración es conveniente y pone a disposición el abuso y la deshumanización. No solo por sus técnicas opresoras hacia los demás que participan del proyecto sino también por la implementación final, que por ser sesgada pone en estado de indefensión a los usuarios.
La cúpula, o los que se autodenominan la cúpula, consecuencia de una estructura jerárquica a la cual se acoplan, da forma a una separación con quienes producen. Hábilmente la cúpula se siente dueña de un conocimiento, que se autoproclama como único verdadero, correcto y accesible por los que poseen una visión superior. Situación que en parte se da por el mismo proceso dualista por el simple ocultamiento, de lo que no está oculto y que puede ser interpretado por cualquiera.
Es muy propicio traer este texto ancestral:
“16 Nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija, o la pone debajo de una cama, sino que la pone sobre un candelero para que los que entren vean la luz. 17 Pues no hay nada oculto que no haya de ser manifiesto, ni secreto que no haya de ser conocido y salga a la luz. 18 Por tanto, tened cuidado de cómo oís; porque al que tiene, más le será dado; y al que no tiene, aun lo que cree que tiene se le quitará.” (Lucas capítulo 8 versículos 16 a 18)
El versículo dieciocho nos enseña que es ilógico ocultar lo que tiene que estar a disposición de todos para actuar, para tomar una acción. En el diecisiete, se afirma lo innegable, que no hay nada que no pueda ser de uso exclusivo, o que no pueda ser puesto a disposición de personas idóneas. Pero como veníamos diciendo, el dualismo y su ideología exclusivista ante la acción de la cúpula, que se siente a su vez como los verdaderos dueños de la información o conocimiento, fortalece esta situación. Pero la creencia en una justicia futura, devela que finalmente, cuando a los que no se les permite o se les veta el acceso al conocimiento, lo tendrán y se potenciará y aquellos que creen ser los dueños del conocimiento se le será quitado.
Es un texto esperanzador, ante las continuas situaciones en muchos casos de corrupción de diferente índole o de toma de un poder opresor. Al presentarse la cúpula cómo únicos dueños de la verdad. En muchos casos, esta postura es acompañada con técnicas de desvalorización de los especialistas calificados para tal fin, la supuesta doblegación, y quita del valor de su voz. Pero, solo quedarnos en esto, sería una simplificación. Creo que hasta pecaría de considerarse un análisis parcializado. Quitar la voz al especialista o truncar su conocimiento es deshumanizar, porque pone en riesgo la seguridad de las personas en forma directa o indirecta, y somete a los usuarios a riesgos o situaciones inaceptables.
Recuerdo un tiempo en que tuve oportunidad de trabajar en una serie de proyectos de Infraestructura Física de Telecomunicaciones, en donde se pudo trabajar éticamente y con responsabilidad. En una ocasión tuve una charla con una usuaria y empleada de la institución. Me contaba como en las oficinas anteriores, tenía que convivir recibiendo descargas eléctricas de los sistemas de canalización de cableados. Como quien no pone luz debajo de la mesa, yo le venía explicando a la señora sobre las medidas de seguridad y de las técnicas a ser aplicadas. Fue allí cuando comenzó a lagrimear, y a contarme la situación por al que había tenido que pasar en su ambiente de trabajo. Creo que es un buen ejemplo para comprender lo que es la deshumanización. Hay situaciones que pueden poner en riesgo, dejando a todo un edificio sin comunicaciones en un momento crítico, morir personas asfixiadas por no tener procesos de compra de cableados responsables que cumplan el vigor de la necesidad de utilizar cables libres de halógeno.
Desde lo imperante, es común pretender vivir una calma, una paz, libre de conflictos, ejercida desde la comodidad de la cúpula. El conflicto o la complejización irrita a quien se considera dueño de una verdad que, aunque pudo haber sido construida por interconsultas o diálogos, estos siempre bajo la incidencia del verticalismo y la dependencia. El orden constituido de esta manera, a través de un sistema opresor, ofrece una paz que garantiza el silencio de la injusticia, de la deshumanización.
Sé el primero en comentar