
Kahué es un emprendimiento de la ciudad de Paraná, Entre Ríos, Argentina, dedicado al diseño, la sublimación y serigrafía; enfocado en la confección de prendas y productos personalizados, comercializando al por menor y mayor. En la actualidad somos dos emprendedoras, Daiana Hasenauer, estudiante de la Lic. en Enfermería, y Daiana Genre Bert, Lic. en Diseño de la Comunicación Visual.
Como muchas ideas que surgen en la cotidianeidad, Kahué nació de una charla entre amigues sobre las diferentes técnicas de estampado textil. Desde hacía unos años, nos dedicábamos a la sublimación pero no hacíamos serigrafía que es más versátil en cuanto a los soportes. Esa última técnica nos interesaba particularmente porque es artesanal, durante la producción estás en contacto directo con los materiales y sos parte esencial de la calidad del producto terminado. Estuvimos horas hablando de esto y otro, viendo videos, fotos, tutoriales; hasta que decidimos juntarnos a la semana siguiente para ver si eran ideas utópicas o si era posible desarrollarlas. Una mañana nos reunimos para hablar de costos, inversiones, tiempos y todos los detalles que se vuelven importantes a la hora de poner a andar una idea laboral.
Allá por el 2016, necesitábamos unos 10 o 15mil pesos para arrancar. Hoy puede parecer una cifra mediamente accesible, pero para llevarlo al precio actual quizás habría que agregarle otro cero. Ahí se vuelve más complejo; y si bien podíamos pedir alguna cifra más pequeña a nuestras familias -porque sí, somos conscientes de que tenemos esa posibilidad-, decidimos buscar otra manera. Así fue que dimos con los diferentes programas y créditos del Ministerio de Desarrollo Social de la provincia de Entre Ríos. Evaluamos todas las opciones, y como una de nosotras tenía un título universitario, nos decidimos por el Crédito Joven, un crédito de hasta 15mil pesos, sin interés, a devolver en 18 cuotas y con tres meses de gracia.
Ciertamente, fue complicado ponernos a andar, y tras meses de pérdidas económicas, llegaron los primeros trabajos que nos permitieron ponernos en pie, llegar a pagar cada cuota y tener algo de ganancia, que fue aumentando como nuestra experiencia en el rubro. Sostenemos que sin esta oportunidad del Estado provincial no hubiésemos podido crecer y ser lo que hoy somos; en principio porque es fácil desanimarse cuando todo sale mal, y son varios meses en los que trabajas sin ver ganancias, pero también porque ese compromiso de devolución significó un impulso para seguir probando hasta que, finalmente, repuntamos.
Las técnicas y la experiencia
Para nosotras, una de las cuestiones más básicas es que quienes nos contacten entiendan el porqué de las recomendaciones que les hacemos y las limitaciones de cada forma de estampado. Somos conscientes que quienes nos contactan no tiene porqué saber las cuestiones técnicas, porque incluso nosotras aprendimos mucho más de la práctica y en la búsqueda de mejores resultados que de la teoría; entonces tenemos el compromiso de brindar toda la información necesaria para que luego tomen las decisiones.
La sublimación es una técnica de impresión digital en la que, mediante el calor, una tinta tiñe la tela. Sencillo, aunque hay muchas cosas que pueden salir mal, como por ejemplo que una tela no tenga suficiente poliéster y la estampa quede como una marca de agua, o que en una remera salga el ‘fantasma’ de la estampa anterior, que el tiempo o la temperatura no sean los correctos para determinada tela y los colores quedan apagados: el rojo puede quedar rosado y el azul, celeste, etcétera.
Mientras que la serigrafía es mucho más compleja. Básicamente, es una técnica donde preparas previamente un shablon, que es un marco con una seda –malla- tensada en la que pones emulsión fotosensible, y luego de un tiempo, exponés a la luz y relevas. En ese shablon queda el negativo de lo que querés estampar, así que sólo queda pasar pintura textil con una manigueta para que se traslade a la prenda. Es similar a un esténcil, sólo que bastante más complejo. ¿Qué puede salir mal? Todo, de verdad, todo. La emulsión se vence, se revela por cualquier contacto con luz; expones al shablon a la luz demasiado tiempo y se endurece todo, o lo contrario, la expones poco y no se endurece por lo que se pierde el diseño. Las pinturas se secan, las mallas de los sablones se estiran o se rompen; pasas mal la manigueta y el diseño puede quedar doble o no salir en la remera. En fin, pueden pasar muchas cosas si no aprendes de tu experiencia.
Allí creemos que está la clave: capitalizar las experiencias propias. Creemos que la calidad no está directamente relacionada con cuánta teoría sepas sino con la atención que pongas en todo el proceso y en el compromiso que tengas para que las estampas salgan cada vez mejor. Estamos acostumbrades a que nos vendan muchas ‘recetas para alcanzar el éxito’, pero así como en la vida, tampoco en la sublimación y en la serigrafía existe tal cosa, o quizás esté relacionada con aprender a trabajar con lo que tenemos, a valorar nuestras propias experiencias y seguir probando hasta que salga. De hecho, nosotras seguimos con la misma insoladora que hicimos al comienzo por falta de presupuesto, echa de cajas de banana que nos regaló el verdulero de la esquina y forrada con papel de regalo por dentro. No necesitamos grandes cosas, porque así como esa insoladora es única, también lo son nuestras experiencias; aprender de ellas y confiar en nuestras capacidades puede marcar la diferencia.
El rol de Estado y el compromiso social
Como dijimos al comienzo, el Estado provincial nos dio una oportunidad y ahí empezamos a vincularnos con otras áreas de la Economía Social, tanto provincial como nacional. Un Estado presente fue esencial no sólo en poner a andar la idea sino también en generar espacios donde podamos ampliar nuestros horizontes comerciales; además de que muchas áreas gubernamentales de la provincia nos contrataron por estar inscriptas en el Registro Único de Efectores de la Economía Social, iniciativa que permite que estas áreas realicen compras directas a emprendedores/as y artesanes de Entre Ríos.
No somos un caso único, pero sí quizás uno de los tantos emprendimientos que muestra lo importante de que los programas del Estado lleguen a las personas que tienen ganas pero quizás no recursos. Y así como necesitamos eso, también queremos construir una sociedad donde se reconozcan el valor de lo local, del trabajo artesanal; una sociedad donde valoremos la diversidad y la pluralidad.
En este sentido es que, desde el inicio, confeccionamos nuestras propias prendas, con una tabla de talles amplia y lo más importante ¡reales! Tenemos una única tabla de talles, donde no existe la diferenciación binaria entre varones y mujeres; y donde los talles de mujeres son reales no como en muchas marcas que se acercan a talles infantiles. Participamos de algunas iniciativas y acompañamos otras, de diversas maneras; una de las primeras y que recordaremos siempre es el contacto con las personas de la Campaña Nacional por el Aborto Seguro, Legal y Gratuito en Paraná, porque gracias al famoso boca en boca nos consolidamos como el emprendimiento que hacía pañuelos para Paraná y varias ciudades entrerrianas; en los tres años previos a convertirse en ley, hicimos unos seis mil pañuelos verdes.
Estamos convencidas, por experiencia y por convicción, que tenemos que luchar porque el Estado sea cercano, que esté creando oportunidades en todos los ámbitos y lugares, pero sobre todo ahí donde es más difícil; esa es la única manera de que cada persona tenga en sus manos la oportunidad para gestar nuevas y mejores oportunidades de trabajo y de vida.
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