Todas las regiones erigen sus templos abiertos de consumo y tecnomarketing (1): una propuesta decorada con cultura y gastronomía para el turismo internacional y local. Son famosos los paseos o calles principales amuralladas con grandes anuncios publicitarios, cadenas de comida rápida y restaurantes exóticos. Muchas veces, estos últimos, poco relacionados con la cultura y realidad local.
Los peregrinos y fieles buscan la posibilidad de rendir culto al consumo perfecto, con frecuencia vinculado con una estética basada en la felicidad, lo moderno, lo tecnológico, la novedad y lo seguro. Los lugares permiten recrear una espiritualidad de la felicidad y la recompensa al mérito. Deben estar limpios de sobresaltos, geografías y líneas que saquen al visitante de una vivencia perfecta en el consumo.
Por supuesto nadie va a ir a recrearse a un lugar para pasarla mal. Ello no quita que dicha recreación excluya las cotidianeidades y practique el asecho hasta la exclusión del que honestamente posee otra estética y otro comportamiento. Pero el fundamentalismo es así, busca una vida explicada desde lo inmediato y de fácil interpretación, eliminando toda duda o posible retraso. El tiempo para la felicidad vale oro. Las marquesinas, las pantallas digitales, como luminarias simbolizan “la luz del mercado” e iluminan el camino al espíritu del consumo y la alegría superflua. Una luz que oscurece y oculta lo distinto, lo que no está alineado con la perfección del éxito y las ropas brillantes. Como el vendedor ambulante, o como quien tira la manta en la vereda o en la peatonal para tener un pequeño espacio para ganar su día, con ropas simples, con un trapo como vidriera y quizás una guitarra, o algún instrumento que avive el llamado a otra espiritualidad. La sensibilidad por la cultura, lo humano, del vibrar de una voz con no todos los dientes, con la belleza local y del pueblo.
No cabe mucha duda que es importante generar medios económicos que generen progreso, bienestar y panza llena, pero los reflectores, las grandes pantallas led actúan como líderes que llevan a los transeúntes encadenados hacia un consumo exclusivo. Para perfeccionar la no distracción, quien es distinto es echado. No hay espacio para el linyera, para el que necesita una ayuda, de la misma manera que hay espacio para quien consume. La excelencia requiere de maximización, estrujar al fiel como pastor conservador. Sacar del máximo diezmo y maximizar las ganancias. Y allí, el estado, la ciudad, la comuna se vuelve solidaria a la injusticia, echando y acosando a quien tiene pocas opciones y viste humildemente. Aunque hay un espacio para la poesía: la poesía del progreso, que con su vívido aliento a la felicidad, promete que todos pueden llegar a tener su marquesina sobre la calle principal y por ende dejan algún menesteroso que mendiga con respeto y prolijidad. Muchas veces, este se vuelve parte del control, negociando con los agentes del orden y manda al frente a quienes le pueden ser competencia. Él, como un buen pobre, es bien visto y da el ejemplo del camino a seguir, el camino de la transa con el Dios Mercado y sus señores.
Entre las luces, se escuchan desde lo bajo rezos sistemáticos que buscan recibir alguna moneda. Estos se caracterizan por un tono de voz que se acomoda al pensamiento de muchos, que piensan que los que solicitan ayuda son inferiores o poseen alguna discapacidad. La superioridad se acomoda desde el que pide, en la inteligencia del obtener y el que da mecanizadamente. Quizás alguno rompa con dichos mecanismos y establezca una relación sana e igualitaria que busque el inicio de un camino desde y con lo bajo.
Las luminarias buscan invitar a una senda de purificación a través de la dictadura de la felicidad y el ego de la exclusividad, y del pertenecer a los dictadores. En el no ser se encuentra la oscuridad, el ser desplazado, el ser invisibilizado, el ser echado, el no comer, el escape a evadir el sufrimiento (2) fuera de la felicidad efímera para allí encontrar el abandono y muchas veces la muerte.
La ridiculez está dada en que mientras unos con su mercantilismo destruyen el planeta y son indiferentes al cuidado de los otros, el linyera que vive con lo justo es echado.
¿A qué servimos?
(1)Es un término que combina “tecnología” y “marketing” para describir el uso de tecnologías avanzadas en estrategias de marketing. Esto incluye la aplicación de herramientas digitales, datos, inteligencia artificial, automatización, y análisis para mejorar la eficiencia, personalización y efectividad de las campañas de marketing.
(2)Se refiere al abuso en el consumo de drogas.
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