Los insectos polinizadores han ido evolucionando al mismo tiempo que las plantas a lo largo de millones de años, adaptándose evolutivamente a los cambios climáticos que se sucedían en el tiempo sobre la Tierra, su historia simplificada es emocionante.
Las primeras plantas surgieron en el agua hace aproximadamente 1.500 millones de años, eran algas unicelulares que poco a poco fueron evolucionando para adaptarse a la tierra firme, lo hicieron y se desarrollaron sobre ella hace aproximadamente 500 millones de años, tan solo hace 150 millones de años aparecieron las plantas con flores y frutos, estas necesitaban ayuda externa para que sus flores fueran fecundadas con polen de otras flores de su misma especie y producir el fruto o semilla que permitiera su reproducción.
Estas plantas para atraer a insectos y pequeños vertebrados, segregan en sus flores un jugo dulce, el néctar, este atrae a dichos animales al tiempo que deposita sobre ellos cientos de pequeños granos de polen, que al llevar a otra flor de su misma especie depositan, permitiendo la polinización o fecundación de la flor.
Los primeros polinizadores fueron escarabajos, moscas y pequeños vertebrados, es decir que el síndrome floral de polinización ya estaba bien establecido cuando aparecieron las abejas.
A partir de las avispas, hace aproximadamente 100 millones de años, surgieron las primeras abejas, se especializaron en buscar y alimentarse de néctar y polen, aunque lo más importante es que desarrollaron especializaciones o adaptaciones en sus cuerpos a esta función, lo cual las llevo a ser los polinizadores más eficientes de la naturaleza.
Las abejas sociales evolucionaron a partir de las anteriores hace aproximadamente 50 millones de años, su característica principal fue el mantenimiento de su reina y gran parte de su población durante el invierno para ello almacenaban gran cantidad de reservas, convirtiéndose en un polinizador muy especializado y eficiente pues en cada salida solo visita una determinada especie de flor.
El cambio climático es un hecho repetitivo en la historia de la Tierra, periodos glaciales he interglaciares se han sucedido a lo largo de millones de años con duraciones variables de cientos de miles de años.
Los seres vivos han tenido que adaptarse a esos cambios, fruto de esa adaptación han ido surgiendo nuevas especies mientras que otras se han extinguido. Los seres humanos somos los recién llegados en esta evolución, hace unos 300.000 mil años aproximadamente surgió el hombre de Neandertal (extinto hace unos 40.000 años), hace unos 200.000 años apareció en África el homo sapiens sapiens, del cual se supone que descendemos todos los humanos.
Desde hace unas décadas el clima de nuestro planeta está sufriendo importantes alteraciones: subida de la temperaturas globales, subida del nivel de los océanos, lluvias torrenciales, sequias, retroceso de glaciales y un sinfín de alteraciones climáticas provocadas por actividades humanas, entre ellas el uso extendido de combustibles fósiles como el petróleo, el gas y el carbón, también la deforestación salvaje de bosques tropicales, descomposición de residuos urbanos o ganaderos y los cambios en el uso de la tierra.
El incipiente cambio climático que estamos sufriendo no ha hecho más que empezar, los científicos lo han bautizado con el nombre de Antropoceno, debido a que la Tierra está cambiando como consecuencia de la actividad humana, con efectos irreversibles en los ecosistemas y el clima de la Tierra, pero el peligro no son los cambios en sí mismos sino la rapidez con que se producen, no dando tiempo a las distintas especies de animales y vegetales a adaptarse a las nuevas condiciones climáticas.
Los insectos polinizadores tan importantes y necesarios para mantener la biodiversidad de los ecosistemas terrestres están disminuyendo de forma alarmante en todo el planeta, algunas especies de abejas ya figuran en la lista de especies en peligro de extinción, el declive de los insectos polinizadores no obedece únicamente al cambio climático sino a varias causas entre ellas el empleo de los insecticidas neonicotinoides, empleados en la agricultura, como la clotianidina, tiametoxam e imidacloprid y sus derivados, son sustancias químicas que afectan al sistema nervioso de los insectos causándoles desorientación, parálisis y hasta la muerte.
No solo envenenamos a los insectos también a multitud de pequeños animales que conviven con ellos como caracoles, pájaros y micro fauna que se ven afectados por esta agresión a la naturaleza que está provocando el ser humano.
Las soluciones a estos problemas son complejas, el futuro del planeta y de la humanidad está en juego, requieren de un cambio de modelo social, que deje de esquilmar el planeta, que respete los recursos naturales, pues si no cambiamos nosotros el mundo que conocemos cambiara y pondrá en peligro la supervivencia humana.
En la Fundación Amigos de las Abejas somos conscientes de que la implicación de la sociedad es fundamental para mitigar el efecto del cambio climático, conservar los insectos polinizadores y entre ellos nuestras abejas melíferas, es de vital importancia, por dicho motivo, hacemos campañas de sensibilización tratando de movilizar conciencias en su defensa, vamos a congresos, ferias, universidades, colegios, centros sociales, prensa, radio,TV y allí donde nos requieren para explicar su importancia, porque solo entre todos podemos enfrentarnos a este reto sin precedentes.
Fuentes:
WiKipedia; Bases de datos de National Geographic;
Depósito de documentos de la FAO;
nature-and-biodiversity de la UE.
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