En la siguiente nota, nos acercamos al siempre importante tema del cuidado de la naturaleza y ecología. Ciertamente, muchas partes del planeta representan sectores privilegiados por sus diversas y enormes cantidades de fauna y flora única. El caso en nuestro continente podría ser, entre otros, la selva amazónica. Por su mas que evidente importancia para el equilibrio ecológico, recientemente somos testigos de grandes esfuerzos por la conservación y protección de estos espacios, no siempre llevados de la mejor manera, dicho sea de paso.
Ahora bien, en África, un continente tan basto y complejo, social, política y económicamente, se antoja complicado el gestionar formas de cuidado efectivo de las especies y áreas naturales.
Estado actual de los parques naturales en África.
De África Parks, una organización sin fines de lucro enfocada no solo en la conservación, sino en la recuperación y rehabilitación de fauna y flora de los parques naturales del centro y sur de África desde el año 2000, tomamos una panorámica de la situación actual.
Por ejemplo, según la Base de Datos Mundial de Áreas Protegidas (WDPA en inglés), registra 8000 zonas protegidas en África. De estas, solo 1050 son significativamente grandes (más de 50 mil hectáreas). Sin embargo, esto no significa que se estén cuidando todas estas zonas. Como se podría adivinar, se requiere un trabajo altamente complejo entre los gobiernos locales, organizaciones internacionales, financiación y proyección a escala, etc.
Según el análisis realizado por África Parks, en el punto actual, ya es prácticamente imposible recuperar algunas de estas zonas, por el nivel de deterioro. Y muchas otras están condenadas dentro de las próximas décadas. Por lo mismo, se centra especial atención a 161 sectores significativos por su ubicación y predisposición del sector gubernamental y político. Aun así, de esas 161, según África Parks, solo 69 de ellas garantizarían altas probabilidades de conservación y recuperación completas. Entiéndase que este tipo de proyectos apuntan a lo macro, a gran escala, a largo plazo.
Problemas y peligros.
Además de las complejas realidades históricas, muchas veces sangrientas, que sufrió el continente africano a lo largo de los siglos, muchas de ellas todavía tienen resonancia en la realidad actual, no solo de las personas, sino también de la naturaleza. Pero ese es un tema complejo para ocuparse de ello en este pequeño espacio.
Antes bien, hay cosas más evidentes y de impacto directo, por ejemplo, la caza furtiva. Sin la aplicación estricta de la Ley de Conservación y cuidado de especies, es imposible rehabilitar animales o platas particulares en peligro o amenaza de extinción. El Parque Nacional de Akagera, en Ruanda, es un buen ejemplo de cómo se puede conseguir esta restauración, pudiendo sostener y rehabilitar la situación de peligrosidad en la que estaba el rinoceronte blanco.
Otro problema son los constantes conflictos étnicos en las zonas protegidas. En los parques nacionales de Badingilo y Boma, en Sudán del Sur, tenemos un buen ejemplo de que la convivencia entre las personas y naturaleza. Pues estos parque deberían ser meramente “enormes zoológicos”. Así como se ha logrado estabilizar los peligros de extinción de la jirafa nubia, el león y guepardo del norte de África, un gran número de personas viven estos parques que comprenden diferentes grupos étnicos, cada uno con sus tradiciones, cultura y actividades de subsistencia distintas.
Como último ejemplo, señalamos el humedal de Bangweulu, al noreste de Zambia. Mantener “artificialmente” el orden de un sistema ecológico es altamente complejo. Por ello se necesita la integración de varias medidas de monitorización y gestión de los recursos, incluida la eliminación de especies peligrosas o exóticas. Este sector históricamente sufrió un extractivismo insostenible de peces, hasta un punto crítico de extinción. Al haberse detenido la caza furtiva y sin límites, se ha logrado recuperar las poblaciones de peces, lo que ha permitido que cientos de especies de aves, mamíferos como el antílope, o el famoso guepardo africano vuelvan a “florecer” significativamente, en el caso del guepardo, un siglo después de su desaparición en la zona. El ecosistema vuelve a funcionar.
Finalmente, “los ecosistemas que funcionan ecológicamente proporcionan cuencas hidrográficas saludables, aire limpio, secuestro de carbono, seguridad alimentaria y mejor salud para las personas y la vida silvestre”, completando un círculo de bienestar y conservación tanto de la naturaleza, como de las personas que viven allí, y suplen sus necesidades de esa misma naturaleza.
Conclusiones.
Cada vez que abordamos este tema, notamos las complejidades de llevar a cabo realistamente estas soluciones tan urgentes. Así mismo, no sería raro que uno llegara a pensar que ya no hay tiempo, que ya es demasiado tarde, que ya no hay nada que hacer.
A veces, los datos, pueden ser desalentadores. Sin embargo, también podemos ver, el impacto significativamente positivo que puede tener la implicación de cada uno de nosotros en estos proyectos, que haberlos, los hay por todas partes.
Quizá, sigue siendo nublada la visibilidad, pero si buscas o preguntas, podrás encontrarte con muchas formas en la que la propia comunidad local pueda participar, con su grano de arena, a esta lucha que, pese a ser tan urgente, parece muy poco resonante.
Fuentes:
African Parks: Protected Areas Management
Estrategia 161 de African Parks | Parques Africanos
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