Arte & Tapa con Agustín Avila Corsini: Fin Programa

Fin de Programa caracol roto

Fin Programa.

Eran como las tres, movió el rostro hacia el cielo y no lo podía creer. Un evento nunca antes visto, por lo menos no documentado.

No recuerda haberlo escuchado en los registros de lo que algún día iba a ser la tele o streaming como se suele llamar a las radionovelas que pasaban por esos aparatos.

¿O no le decían así a lo que pasaron por esas conocidas cajas bobas?

Cajajajas bobas retumbaba en su casco y en esa dimensión sin tiempo ni espacio comunicacional sabía que lo único de lo que estaba seguro era que esa cosa que estaba degustando no se había documentado.

Así que nervioso, pero feliz, puso manos a la obra. Empezó buscando su cuchibache en el bolsilongo, pero antes tenía que abrir los comparticierres, minados de botondientes. Y no va ahí se le sale una deduña y se le traba en el medio de todo el telecomn… teletorp… teletubipqtp… bueno ya saben a qué me refiero.

Miró al cielo de vuelta, seguía ahí y sin perder tiempo, miedoso de que alguien más se atreva a moverse para aprovechar su traspié. Comenzó a separar cada botondiente del comparticierre para sacar la deduña y poder documentarlo de una buena vez.

Lo tenía, lo tenía ahí, no más y no podía separar el último. A ust-t-tedd le pah-rrre-cee-e, retumbaba ahora en su casco, más bajito. Miraba al cielo y volvía. Miraba a los de al lado y los vio a cada uno en su cápsula informativa sin mirar al cielo. ­Bien, vamos, rompete aunque sea, pero el material era muy duro para sus músculos de artista.

Miró al cielo, miró a los de al lado. Quiso acordarse cómo usar tinta sin borrar, como cantar sin micrófono, cómo bailar sin espejo, sin escenario, sin cámara, cómo gritar, cómo escupir, cómo empujar, algo.

Quería llamar su atención. Mostrarles eso que podrían perderse para siempre. Que por ahí les llamaba la atención tanto como a cualquiera o no, pero tenían que sentirlo. ¡Ya! Tenía que sacárselo. No le interesaban la cantidad de interacciones, necesitaba que lo sientan o no estar ahí, así que cerró los ojos un momento.

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-Y eso Programa. Por eso nos hicimos cargo Programa. Lo encontramos con el casco del traje roto Programa. El paciente nº 42 sigue en su cubículo y esperamos poder recomponer todo su traje y superando el descuido que provocó este despropósito, intentar reponerlo a las filas de los artistas Programa.

-Aceptado.

Inicio Programa.

Yo

Mi nombre es Agustín. Soy del noroeste (categoría extraoficial) del conurbano bonaerense argentino. Nací, estudié y trabajo actualmente ahí. Crecí entre goteras y canto lírico, con padres separados e iba alternando en la semana entre una casa y otra. Hice el secundario en una escuela privada católica, bachiller en Arte.

Laburé de changas, pintando casas en la costa y en una conocida franquicia de comida rápida con un payaso de mascota. Estudié en el profesorado de artes visuales de San Miguel. Un edificio entonces divertido, que ayudé a construir. Di mi último final una semana antes de la pandemia y me recibí de profesor en artes visuales con especialidad en grabado (la mejor especialidad).

Fui retratista, restaurador de escultura religiosa, ilustrador y colorista de historietas, escenógrafo para un teatro de la zona, ilustrador para bandas amigas, muralista para empresas de publicidad, para privados y para festivales de la zona. Tuve una página de ilustración digital durante la pandemia donde hice la imagen, animaciones, logos etc. para gente de todo el mundo. Dibujo, pinto, ilustro y construyo desde lo plástico y lo visual, tanto virtual como analógicamente. Actualmente también soy profe en dos escuelas secundarias, en una de ellas el proyecto institucional está adaptado al uso de las tecnologías, por lo que tuve que aprender diseño 3D.

Y voy viendo qué sale, me gusta pensar el arte como el poder de transformación humano, con todas las falencias y contradicciones que este tiene. Me gusta lo performático y lo carnavalesco. Creo que la tecnología es la herramienta y no un fin. Y que el fin de un artista tiene que ver con lo relacional, con el otro, y nunca con un objeto. No puede ser ni cerrado, ni utilitario. Debe poner al artista en una situación tan insoportable que la exposición de esa obra movilice al otro.

Si la ciencia nos explica el porqué de la luna y la filosofía cuestiona el para qué de la luna, el arte nos moviliza hacia la luna. “Un doctor puede salvarte de la muerte, pero un payaso puede salvarte de la vida”.

Desde esa perspectiva mis obras solo son excusas de estímulos que, siento, aprendí a usar para generar algo en un otro. Muestro una realidad, pero no ofrezco respuestas. Creo que un artista no puede usar su poder para imponer una ideología. Sino simplemente sería un diseñador jugando para el poder de turno.

Por esto hay múltiples momentos en que usé diferentes elementos para representar cosas alternas. Pero me gusta usar como hilo conductor el problema del tiempo, que es algo que nos humaniza y se usa como factor de poder. Somos tiempo de vida y, ¿hasta qué punto controlamos o nos cuestionamos lo que hacemos?

Si bien socialmente todos somos partícipes de este tiempo y su cultura, resulta siempre necesario reclamar y discutir sobre cómo ponernos de acuerdo y democratizar los conocimientos. Y considero que estamos en un momento, donde la forma de discutir se corrió hacia una virtualización de los problemas. Donde la capacidad de regulación de las identidades sobre ellas mismas se volvió volátil, quitando cada vez más el componente social y democrático.

Me considero un trabajador de la cultura, dispuesto a discutir sobré cómo construir democracia desde mi hacer, y eso por el momento, creo…

Artivismo tecnologia

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Acerca de Agustín Avila Corsini 1 Articles
Profesor de artes visuales y artista plástico – Visual

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