30 años de esperanza en Sudáfrica. Phelophepa, el Tren de Esperanza.

Tren sanitario, Tren de la esperanza

En la presente nota, revisamos brevemente la historia y trayectoria del proyecto de salud sobre ruedas Phelophepa, una iniciativa de facilitación y movilización de oportunidades en las zonas rurales de Sudáfrica, donde es muy difícil el acceso a la atención médica. Al mismo tiempo, tomamos la ocasión para recordar y celebrar el treinta aniversario de este conmovedor proyecto humanista.

Phelophepa, un hospital sobre ruedas.

El así apodado “tren de esperanza”, aunque su nombre realmente se traduciría como “Salud buena y limpia”, es parte de un conjunto de proyectos, actividades e instituciones enfocados en conseguir un “un cambio permanente” ante la realidad de desigualdad de Sudáfrica.

Inicia formalmente en 1994, con tan solo 3 vagones. Hoy en día, cuentan con dos trenes formados por 19 vagones cada uno, diseñados y equipados como hospitales andantes, gracias a una larga labor, ayudas y financiación de diversos organismos internacionales, y la participación del voluntariado de profesionales de la salud comprometidos nacionales o de otros países.

Estos vagones están equipados con:

  • Una clínica dental.
  • Una clínica oftalmológica.
  • Una clínica de diagnóstico, chequeo general, y prevención de enfermedades.
  • Una clínica de psicología.
  • Una farmacia a bordo.
  • Una escuela de capacitación sobre atención sanitaria,
  • Equipos de divulgación sobre el cuidado sanitario básico, consultoría y diversos programas para concienciación de problemáticas como el SIDA, violencia, embarazo adolescente, entre otros conflictos.

Desde hace años se viene planteando la necesidad de un nuevo tren, el Phelophepa III, pensado como un tren quirúrgico, donde se podrían realizar operaciones y cirugías complejas. La necesidad surge porque los pacientes que reciben sus diagnósticos y son derivados a los respectivos hospitales del país para cirugía urgente, no suelen ser atendidos, por diversas razones. Principalmente, porque son puestos en largas listas de espera. A la larga, sus problemas se agravan hasta puntos de no retorno.

En cualquier caso, el “Tren de Esperanza” sigue trabajando a lo largo y ancho del país. Anuncian su programación de visitación por los pueblos y localidades, utilizando el sistema ferroviario nacional. Su época de trabajo va de enero a octubre cada año.

Una enorme ayuda, que no alcanza a todos.

Por supuesto, la comunidad está muy agradecida con este maravilloso proyecto. Han ayudado y salvado muchísimas vidas. Sin embargo, sigue sin ser suficiente para cubrir a tantos millones de sudafricanos necesitados.

Revisando en varios informes y reportes, entrevistas y conversaciones con los locales, suelen señalar que, aunque están muy agradecidos con Phelophepa, el hospital andante es tan popular en todo el país, que representa la única solución real que tienen. Por ello, no es de extrañar que vengan de diferentes lugares del país, y no solo los locales, generando colas inmensas desde muy temprano o durmiendo a la intemperie para guardar un puesto en la fila. Así pues, el personal médico a bordo se ve incapaz de ofrecer un servicio adecuado atendiendo a todos los que se presentan en una jornada diaria. Recordemos que no se trata de un hospital con cientos de empleados.

Se han reportado problemas con la escasez de agua. El tren no lleva almacenes de agua sino solo lo esencial. Cuando llega a un pueblo recurre al sistema de alimentación de agua del sector. Se dan casos en los que en un pueblo no hay agua, y muchas de las actividades técnicas del tren no pueden llevarse a cabo. Por otro lado, en las estaciones de lluvias, se generan inundaciones, en las estaciones calientes, las vías se descomponen y el sistema ferroviario en general decae. En 2022 se notificó el descarrilamiento del segundo tren, Phelophepa II, sin consecuencias mortales, por fuertes lluvias, malfuncionamientos y condiciones deplorables en las vías.

La salud sigue siendo un privilegio.

Esta situación complicada me trae al recuerdo una anécdota personal. Siendo hijo de padres misioneros, desde pequeño viví durante muchos años en diferentes países de América Latina. Recuerdo que cuando estuvimos en Cusco, Perú, las iglesias de la ciudad recibían grupos de misioneros estadounidenses, muchos de ellos, profesionales en la saludo y el trabajo social.

Prácticamente venían cada año, realizaban diferentes consultas médicas en las localidades aledañas a las iglesias de la ciudad de forma totalmente gratuita. Se trataban diversas enfermedades (oftalmología principalmente), se hacían diagnósticos y derivaciones, etc. Yo recuerdo que siempre traían lentes, algunos medicamentos genéricos, libros o juguetes para los niños.

Eran tiempos muy bonitos, donde la comunidad eclesiástica y los vecinos compartían y celebraban esta dádiva. Sin embargo, esto duraba solo unos días, quizá una semana como mucho, durante el año. Quizá volvieran el año siguiente, quizá no. O quizá vinieran, pero ya no a esta iglesia. Porque en muchos de nuestros países, en mayor o menor medida, la salud sigue siendo un privilegio.

El punto era que la salud pública era desastrosa. Incluso había muchas quejas con el sistema de salud privada. Así mismo, las iglesias locales no podían ofrecer de forma constante este tipo de servicios médicos. Algunas pocas pueden tener consultorios de diagnóstico, o servicios de ayuda en situaciones críticas (violencia de género, violaciones, intentos de suicidio, madres adolescentes, etc.) mantenidas por el apoyo voluntario de algún profesional perteneciente a dicha iglesia. Pero esto tampoco podía mantenerse durante mucho tiempo.

Esta realidad también la vería yo mismo, cuando tuve la oportunidad de involucrarme en proyectos similares en algunos países de nuestro necesitado continente. Por supuesto, las personas te reciben muy contentas, muy agradecidas, muy noblemente. Los grupos repartidos por distintas localidades trabajábamos duramente durante unas semanas en activismo social, limpieza, charlas de concienciación, eventos para todas las edades, consultas y asesoramiento, etc.

Pero luego piensas, y te das cuenta de que estos misioneros estadounidenses estaban de paso. Nosotros también volveríamos a casa. Y ellos, los que se quedaban, sabe Dios cuando volverán a tener acceso a esa ayuda otra vez. Por eso mismo, es necesario pensar en la posibilidad de cambios permanentes, por muy difícil que parezca la tarea de la transformación de la realidad. Esto no quita la importancia vital que este tipo de proyectos tienen: representan una esperanza de vida para muchos.


Fuentes:

Página oficial.

https://trainofhope.org/

Amigos Americanos del Tren Phelophepa – Tren de la Esperanza

https://causes.benevity.org/causes/840-134140388?lang=es-es

Sonrisas Brillantes, Futuro Brillante. Colgate y Tren Phelophepa

https://www.colgate.com/en-za/phelophepa-train

Descarrilamiento del Phelophepa II

https://www.engineeringnews.co.za/article/rain-blamed-for-phelophepa-ii-healthcare-train-derailment-2022-01-20

El “tren de la esperanza” de Sudáfrica es una bendición para millones de personas. Pero se ciernen nuevas amenazas

https://www.npr.org/sections/goatsandsoda/2022/07/09/1103380792/photos-south-africas-train-of-hope-is-a-godsend-for-millions-but-new-threats-loo

Acerca de Isaac Amarilla 23 Artículos
Estudios en Teología ; Máster en estudios bíblicos y teológicos; Tecnología en Análisis de Sistemas. Socio adherente de Solidaridad Transformadora en Movimiento Simple Asociación. Editor y corrector de artículos en TECNOLOGIA HUMANIZADA

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